A Coruña vive una transición tranquila y sin sobresaltos en el callejero. Poco a poco, los homenajes a franquistas en plazas, calles y avenidas -dedicar una calle implica un reconocimiento social- han comenzado a ser sustituidos por topónimos tradicionales o menciones de las que sentirse más orgulloso, como Concordia o Filantropía. Hace casi una década que entró en vigor la ley de memoria histórica que obligaba a este cambio. Y han pasado siete años desde que el gobierno de PSOE y BNG aprobó el cambio del callejero. Pero no ha sido hasta ahora cuando se ha llevado a efecto. Salvo en los tres primeros cambios, en la plaza de As Atochas, en Álvaro Cebreiro y en Socorro, la restitución democrática del callejero se ha consumado sin más gesto que cambiar la placa. Y siempre con la comprensión vecinal. Esto demuestra que cumplir la ley solo era cuestión de voluntad.