La vida de los políticos se ha convertido en un continuo posar ante la cámara, especialmente si acaba de ser el centro de todos los focos y ha tocado la Presidencia del Gobierno con la punta de los dedos. Pedro Sánchez fue ayer víctima en las calles coruñesas de la democratización del smartphone y de eso que los expertos en tendencias en la red llaman cultura selfie.

En plena hora punta de la mañana, el aspirante a ocupar la Moncloa y su séquito hicieron acto de presencia en la plaza de Lugo. La reacción de los curiosos que lo esperaban ex profeso y de muchos de los que simplemente pasaban por allí no tardó en producirse, dando lugar a un corrillo de gente a su alrededor y una lluvia de fotografías. También algún consejo. "Pedro, haz gobierno pero no con Podemos", le espetó una señora. No sería la única que le alertó de dar tamaño paso. Al fin y al cabo, la plaza de Lugo es uno de los epicentros de un barrio que, dicen las estadísticas, vota mayoritariamente a la derecha. "Queremos hacer un gobierno del cambio, señora, donde no haya corrupción y podamos luchar por la igualdad", respondía Sánchez a la anciana, aparentemente conforme con la respuesta.

A las puertas del mercado, un grupo de placeras coreaban su nombre, a modo de canto de sirena que le invitaban a entrar a catar producto. Sánchez, como en el mito de Ulises, no escapó de la trampa y a los pocos minutos ya se encontraba divisando marisco y probando, no sin fruncir ligeramente el ceño con cara de poco convencimiento, un percebe crudo. "¡Como buen gallego!", le animaban mientras un cliente, que seguía como podía a lo suyo, arrancaba por lo bajo con un resignado "lo que hay que hacer para ser presidente".

La visita a la plaza tenía un simbolismo calculado. El PSOE defendió como una de sus promesas-eje de campaña el apoyo al sector pesquero de Galicia. Quizás por ello, Sánchez dedicó un par de minutos a charlar con dos placeras que vendían sushi elaborado en base a producto gallego. Ojeó, tocó los envoltorios pero no llegó a degustar. Mientras tanto, continuaban los consejos. "Apoyad a los autónomos", le pedía la dueña de uno de los establecimientos.

Tras finalizar su particular pinball entre puesto y puesto de pescadería, Sánchez descubrió de nuevo la luz exterior. Pero los selfies continuaban. Una de las imágenes de la jornada la protagonizaron dos jóvenes a las que no les pareció mala idea sacarse un foto con el candidato a presidente mientras se daban un beso en los labios. La captura, de futuro prometedor en el mundo de los memes cibernéticos, no tardó en hacerse viral en Twitter. Sánchez había creado un monstruo para las redes sociales.

Tras el baño de masas, el, de momento fallido, aspirante a la Moncloa avanzó como pudo hacia la furgoneta en la que le acompañaba su equipo y tomó rumbo a A Maestranza, donde se reunió con el rector de la Universidade da Coruña, Julio Abalde.

Pasadas las 14.00 horas, la cúpula socialista procedió al arte de comer. En este caso, en La Bombilla, conocido templo de la tapa en la ciudad. En medio del tumulto y acompañado de varios altos cargos socialistas de Galicia y de la ciudad, alguna cliente de toda la vida, ya entrada en años, se preguntaba con cara de asombro por qué tanto barullo. "Está aquí el que va a ser presidente, señora", le aclaraba amablemente una concejal del PSOE. "¿Presidente de dónde?, ¿de la Bombilla?", respondió la mujer, sin ironía, mientras se abría paso entre la multitud con cara de buscar su dosis de comida a un euro.

Después de los entrantes, los socialistas se dirigieron a comer, ya más en privado, a un céntrico restaurante de la Marina, ante la mirada de algunos hosteleros de la competencia, a medio camino entre la estupefacción y la resignación. Tras el almuerzo, café con el alcalde, Xulio Ferreiro, visita rápida a una explotación ganadera en Mesía y vuelta a A Coruña, a la sede del PSOE. Allí, los militantes socialistas abarrotaron un encuentro pensado para explicar los porqués de su pacto con Rivera y sus objetivos para los próximos meses. Por allí se dejaron caer algunos militantes históricos del socialismo coruñés, como el exalcalde, Javier Losada, o el exconselleiro José Luis Méndez Romeu. Con el encuentro, Sánchez puso fin a un periplo coruñés con cierto regusto a campaña electoral. Quizás la próxima no esté tan lejos.