Después de 15 meses de obras y de un largo conflicto con un sector de los placeros, el 25 de mayo de 2006 el Ayuntamiento inauguraba de forma oficial el nuevo mercado municipal de Elviña. El derribo de las antiguas instalaciones fue justificado por el Gobierno local socialista por su convicción de que se habían quedado "obsoletas", pero lo cierto es que el proyecto no consistió únicamente en la construcción de un mercado más moderno, sino que a ese recinto, de 2.280 metros cuadrados, se le adosó un centro comercial con 8.091 metros cuadrados, lo que generó suspicacias acerca del verdadero objetivo de esta iniciativa.

Y es que el nuevo edificio se tragó incluso la pequeña zona verde que existía junto al antiguo mercado. Los placeros que se situaban en la planta baja protestaban además porque en el nuevo recinto tendrían que ubicarse en la alta, ya que el nivel de la calle estaría ocupado por un supermercado de gran tamaño, y porque además dispondrían de menos superficie en sus puestos. Este conflicto hizo que el día de la inauguración un sector de los comerciantes se manifestaran con pancartas ante el mercado y ataviados con sus ropas de trabajo mientras gritaban: "Losada, embustero, nos mandas al trastero".

"Los años nos han dado la razón", afirma ahora el que también entonces era presidente de la asociación de comerciantes del mercado, Leonardo Tomé, quien destaca que un mercado que después de diez años de trabajo "solo tiene tres puestos vacíos de los 57 existentes indudablemente ha tenido éxito". Tomé asegura además que si estos puestos están vacíos es porque no se sacaron a concurso, ya que está convencido de que en caso contrario habrían sido ocupados.

Para el dirigente de una de las dos entidades de placeros existentes ahora en Elviña "se ha dado la razón a lo que decíamos entonces", ya que, en su opinión, "hoy no hay supervivencia en ningún mercado a espaldas de un supermercado, es impensable ponerse en otro lado". Tomé admite que los placeros podrían haberse ubicado en la planta baja, pero recuerda que entonces 52 ya estaban situados arriba y 7 abajo, al tiempo que reconoce que en procesos de este tipo alguno de los vendedores "puede salir perjudicado".

Frente a la casi plena ocupación del mercado de Elviña, el portavoz de la asociación mayoritaria en este recinto considera que el de la plaza de Lugo "se ha ido quedando vacío, incluso en los puestos de pescado, lo que era impensable", ya que este mercado es una referencia de primer nivel en la ciudad en este tipo de productos.

Para destacar la importancia que tiene para la actividad de los placeros la proximidad de un supermercado, Tomé destaca que en Adormideras y en Santa Lucía "lo primero que piden los vendedores es estar al lado" de uno. "Decían que nos iban a arruinar, pero la ruina es no vender", recuerda sobre la polémica creada por la instalación de Gadis en la planta baja del mercado, a lo que él replicaba a los disconformes: "Traiga una mercancía distinta y deje que el público escoja". Tomé pone como ejemplo de la colaboración entre los dos tipos de establecimientos existentes en el edificio que los clientes pueden utilizar los carros de compra tanto en el mercado como en el supermercado, ya que no hay escaleras entre las plantas, por lo que, según él, "si en el mismo edificio se dan las dos alternativas todos ganan un poco".

Pero el éxito del mercado contrasta con el declive sufrido por el centro comercial anexo, en el que los sucesivos cierres de tiendas llevaron a que la mayor parte de la superficie esté ocupada por oficinas de la Xunta. "El centro comercial que se intentó aquí tenía firmas de categoría como Kina Fernández y Adolfo Domínguez, pero a 500 metros de El Corte Inglés, por lo que le veía muy poco futuro", explica Tomé, para quien hubo un "despropósito" en la ciudad con los centros comerciales que llevó a cierres de estas instalaciones. En el caso del de Elviña, a su juicio "no cerró porque estuviera el supermercado al lado, sino porque A Coruña no soporta más centros comerciales".