El metro ligero, encajonado entre las infraestructuras pretendidas por el PSOE y el PP en la ciudad en las últimas dos décadas, cuando han estado al frente del Gobierno local o han liderado la oposición, ha sido uno de esos proyectos anunciados por los alcaldes y los candidatos que apenas han llegado más allá de la fase de promesa y nunca se han convertido en realidad. Hace diez años el entonces regidor Javier Losada expresaba con optimismo su confianza en que inversores privados, a los que la Xunta también dirigía la mirada, cofinanciarían con la Administración autonómica el metro ligero, uno de sus planes más deseados para la ciudad. Ni con el PSOE al frente del Ayuntamiento ni con el bipartito ni el PP después, que también lo incluía entre sus proyectos antes de ganar las elecciones de 2011, el tranvía se ha implantado.

En la última década el metro ligero ha perdido relevancia como potencial servicio para los vecinos en consonancia con la disminución del interés de los propios partidos. Hoy, ya con otro equipo de Gobierno, el de Marea, no se menciona este medio de transporte. El Ejecutivo popular rebajó su trascendencia en el transcurso de su mandato y el exalcalde Carlos Negreira dejó de aludir al metro ligero cuando desde la Xunta se advertía de que los estudios de viabilidad del proyecto extraerían sus conclusiones con retraso.

Y tanto. Negreira los reclamaba cuando era oposición, incluso con el tranvía extendido a la comarca coruñesa, defendía. La Consellería de Política Territorial, que había contratado el primero de los informes en 2006, los ceñía solo a la ciudad. Cuatro años más tarde encargaba otro estudio, el cuarto, y avisaba de que no estaría finalizado al menos hasta 2012. Así que los principales partidos en la ciudad se culpaban unos a otros de la demora cada vez que al hablar de transporte se aludía al poco claro proyecto del metro ligero.

El entusiasmo del alcalde socialista era todavía alto hace diez años, pese a la millonaria inversión que requeriría el tranvía. Losada lo consideraba viable técnica y económicamente, criticaba a los "agoreros" y estaba "convencido" de que habría inversión privada para apoyar el gasto de la Xunta a través del Banco Europeo de Inversiones. Auguraba que era "el futuro" del transporte, pero el futuro apagó todas las expectativas. En 2012, cuando ya no era alcalde y el PP mandaban en la Xunta y en la ciudad, el conselleiro Agustín Hernández, apoyado en la crisis, admitía que era "difícil hacer realidad" el sueño del metro ligero.

Otro tranvía urbano, el turístico, sí estuvo en funcionamiento en la ciudad, pero solo para cubrir el transporte por el litoral del paseo marítimo. Se inauguró en el año 1997 y tras las averías que sufrió a mediados de 2011 nunca más ha vuelto a arrancar.