Para Jorge Castiella clasificar medicamentos, meterlos en cajas y cerrarlos en la Sagrada Familia y abrirlos días después en Yoff-Thongor, en Senegal, para prestar ayuda a los vecinos y a todos aquellos que, durante dos semanas, aparezcan por la puerta de la escuela Coruña, que se convierte durante este periodo en una consulta, es casi una costumbre. Es su tercer año en el proyecto Coruña Cura, que organiza desde hace diez años la ONG Ecodesarrollo Gaia.

Asegura que la primera vez que tomó ese avión no sabía qué se iba a encontrar en ese pequeño oasis que es Yoff-Thongor los días de visita. Era su primer año de residente y, además de ilusión por ayudar, tenía "muchas inquietudes". Dos años después de aquella experiencia y con la mochila cargada de recuerdos, vuelve a Senegal. "Ahora hemos hecho amigos allí, así que tenemos ganas ya de verlos, a ellos y a toda la gente que nos está esperando durante todo el año", explica Castiella, que es médico y que no solo quiere darles medicinas sino volver a compartir su vida y su mesa con los que se han convertido ya en sus compañeros de Senegal.

Los mismos miedos que tenía Jorge Castiella cuando se embarcó por primera vez en el proyecto de Ecodesarrollo Gaia, los repite ahora Patricia Buyo, que es residente de Ginecología en A Coruña. Su primer paso en la ONG fue como profesora de castellano para inmigrantes y asegura, aún sin haber cogido el avión, que aprenderá y que le darán "más" a ella los pacientes de los que consiga ofrecerles ella en esa clase que muta en consulta.

Por su formación, su labor, más allá de la medicina general, se centrará en atender a mujeres, en tratarlas de sus dolencias, pero también en ofrecerles información sobre el embarazo y sobre educación sexual, "aunque su cultura" y sus costumbres "sean muy diferentes" a las de Occidente.

El año pasado, la expedición contó con quince voluntarios que atendieron a unas 2.000 personas, este año, del 12 de noviembre al 28, se desplazarán los dos coordinadores de la misión, entre ellos el secretario de Ecodesarrollo Gaia, Guillermo Fernández-Obanza, dos farmacéuticas, una enfermera y ocho médicos.

"En Senegal no existe la sanidad pública como aquí y, aunque al cambio el pago sea una cantidad simbólica, allí una consulta de dos o tres euros es una barrera para que no vayan al médico", explica Castiella, que incide en que la atención que prestan desde la ONG es completamente gratuita y en que tampoco reciben ninguna retribución por las medicinas que suministran a los enfermos. "Algunos, como saben que solo vamos una vez al año, en cuanto se empieza a correr la voz de que hemos llegado ya vienen de pueblos cercanos y, algunos caminan muchos kilómetros para que podamos atenderlos en la consulta", dice Castiella. En ocasiones anteriores, se desplazaron a esta aldea en un suburbio de Dakar, habitantes de San Louis, cubriendo los 250 kilómetros que separan ambos puntos en el mapa.

En la fila, para ser atendidos, se ponen pacientes de todo tipo. "El primer año no sabía qué me iba a encontrar y es curioso que, lo que más vemos allí es lo mismo que aquí, hay mucha hipertensión, mucha diabetes, pero mal controladas y en un estado más avanzado", comenta Castiella, aunque hay también problemas de piel, como tiña, sarna o simples heridas que se complican, tanto, que se pueden llevar por delante brazos y piernas.

Patricia Buyo indica que, en estas jornadas previas en las que los nervios se juntan con las ganas de embarcar, tienen que clasificar los medicamentos y llevarse analgésicos, antiinflamatorios y ropa para no volver ya con ellos y hacer rutas por las farmacias que les dan algo de material que les puede ser de ayuda a tantos kilómetros de distancia. En diez años de expediciones, Yoff-Thongor ha ido cambiando, aunque a pasos muy lentos, desde hace cuatro años, una vecina se encarga de hacer curas a los que necesitan atención sanitaria cuando ya la clase ha vuelto a sus pupitres y no dispensa antibióticos. "El primer año vino a ayudarnos y, cada vez, fue aprendiendo más, incluso le pagamos unos estudios para que pudiese ayudar a su comunidad", relata Castiella. Hay también un grupo de jóvenes, adolescentes que estudian castellano en Dakar y que se prestan a hacer de intérpretes entre pacientes y sanitarios.

Para los voluntarios que acuden cada año a esta cita con Yoff-Thongor, lo más difícil es saber que los enfermos no van a poder curarse del todo o que no van a poder hacer una dieta o a recibir unos cuidados que les ayuden a mejorar su estado de salud. Simplemente, esperan volver en noviembre y poder ayudarles otra vez.