El menor de siete hermanos, Jorge Liñares sufrió una parálisis cerebral cuando era pequeño y lleva ya 35 años siendo parte de Aspace Coruña, una asociación fundada en 1977 por un grupo de padres y madres de personas con parálisis cerebral, pionera en Galicia en la atención integral a este colectivo. Gracias a su actitud positiva, su compromiso e implicación en las actividades del centro, ha recibido el Premio Nacional Ipsen Pharma a la Trayectoria Vital. Es algo que le hace feliz, pero cree que lo importante del homenaje es que supone "un aliciente para seguir trabajando". Apasionado del deporte y de los viajes, no olvida nunca su sonrisa en casa para recordar a sus compañeros que con motivación se puede conseguir cualquier cosa.

- ¿Cómo se siente al recibir este premio?

-Estoy muy contento. La verdad es que no me lo esperaba. Después de tantos años que llevo aquí, no me esperaba nada. Fue una gran sorpresa, me quedé sin palabras cuando me lo dijeron.

- ¿Cuándo llegó a Aspace?

-En 1983. A mi familia le hablaron del centro, se puso en contacto con la directiva de aquel momento y como había plazas, aprovecharon y entré. Ya llevo 35 años así que es como mi casa.

- Una gran familia...

-Sí. Entre profesionales y compañeros formamos una familia. Todas las mañanas cuando me levanto digo: "Hay que ir a trabajar a Aspace". Y a seguir haciendo cosas. No se trata solo del premio, hay que continuar trabajando. Claro que para mí el premio es un aliciente muy importante pero hay que seguir. Tengo que demostrar a los compañeros que se pueden hacer cosas.

- ¿Cómo le ha ayudado en su día a día?

-Con muchísimas cosas. Desde que llegué aquí, conocí a muchos compañeros, cursé el graduado escolar y también practiqué deporte. Estuve federado desde los 15 años.

- ¿A qué se dedicaba?

-Boccia, que es parecido a la petanca. Me gustaba mucho pero ahora ya no compito. He sido campeón de España, participé en más Nacionales y en varios campeonatos gallegos. Era un no parar. Hasta tuve la oportunidad ir a Holanda en el año 90 a un Internacional.

- ¿Le gusta viajar?

-Sí, por supuesto. Tener una limitación no quiere decir que no pueda hacer la vida que hace una persona normal. De hecho, me considero una persona normal.

- ¿Hay alguna otra actividad que le apasione?

-La radio. Me encanta. Elaboramos un programa - La Radio de los Gatos- que emitimos los viernes desde Aspace a partir de las once menos diez de la mañana y luego lo colgamos en internet. Durante la semana, lo preparamos juntos.

- ¿Qué ha ganado, además de conocimiento?

-Amigos. También tengo en la calle y los veo durante el fin de semana, pero Aspace es mi casa y la mayoría de mis amigos están ahí. Prácticamente los vi crecer.

- ¿Es importante compartir momentos juntos para contagiar optimismo entre unos y otros?

-Por supuesto. Yo lo que trato es de darles ánimo y energía. Llego siempre, aunque sea un momento duro, con una sonrisa de lado a lado. Estos días, los compañeros no hacen más que darme abrazos y eso no lo recibes todos los días. Es una motivación. Yo puedo hacer muchas cosas que ellos no pueden hacer, pero lo que se trata es de animar a los compañeros de que por muy discapacitado que seas, sí se pueden hacer cosas. Hay que seguir luchando y trabajando.

- ¿Cómo consigue esa actitud tan positiva?

-Tengo mucha fuerza de voluntad y pienso que lo importante no es tener una parálisis, sino los retos que te marcas. La gente me dice en la calle: "Pobrecito, en silla de ruedas". Pero a lo mejor hago más cosas que ellos. Hay que tirar para adelante y luchar por conseguir cosas.

- Además de Aspace, ¿quién le ha ayudado a tener esa filosofía de vida?

-Mi familia. Somos siete hermanos y siempre me he sentido muy arropado, en eso no tengo problema. Les tengo que agradecer mucho. Toda mi familia está contentísima por el premio.

- ¿Se propone algún otro reto para el futuro?

-Viajar me encanta y en octubre tengo que ir a Madrid a recoger el premio, pero mejor no hacer muchos planes porque nunca sabes lo que puede suceder. Mejor ir paso a paso, día a día. Como digo yo, la casa no se empezó por el tejado sino por los cimientos.