Esta vez el meigallo llegó demasiado tarde, con el gol de Riki en el 86, y ya no dio tiempo a que el Dépor prolongara un año más el maleficio del Madrid en A Coruña. Y eso que el equipo coruñés mejoró mucho en la segunda parte. El definitivo 1-3, de Benzema, sentenció un partido que pasará a la historia por ser el primero que gana el Madrid en Riazor en los últimos diecinueve años.

Casi dos décadas llevaban los blancos sin vencer en A Coruña, pero pocas veces acudieron tan necesitados como anoche. Era su final. El Barça acababa de ganar en Gijón y todo lo que no fuera un triunfo significaría prácticamente el adiós al título para los merengues. Por eso salieron al campo decididos más que nunca a poner cerco a la portería coruñesa. Y lo consiguieron, en gran parte, por la fructífera sociedad que formaron en el centro del campo Alonso, Guti, Granero y Kaká. Los cuatro, en un perfecto rombo, se hicieron con el mando en la medular ante la impotencia de Juca y Antonio Tomás, inferiores en número y en presencia. El Madrid se adueñó del balón y ancheó el campo para generar ocasiones. Demasiadas, y casi todas claras. El Dépor contuvo a duras penas el arreón inicial. Aguantó lo que pudo gracias, una vez más, a Daniel Aranzubia, que respondió con acierto a sendos disparos de Alonso y Benzema. Su palomita tras la volea del francés aplazó el 0-1 sólo unos minutos, los que tardó Granero en aprovechar un error defensivo de Laure para firmar, de cabeza, el primer tanto de la noche. Era el minuto 13. Quedaba todo un mundo por delante, tiempo de sobra para que el Dépor se recompusiera y esperara su momento. Pero el Madrid no dio tregua y siguió cargando, dominando a sus anchas y ganando la espalda una y otra vez a la defensa coruñesa, más echada atrás que de costumbre. Raúl, el sustitito de Cristiano, cruzó demasiado un buen servicio de Benzema, que arrancó en posición dudosa para ganar la línea de fondo y asistir al capitán. Poco después el siete volvió a disponer de otra oportunidad más clara aún, pero Aranzubia se sacó una mano prodigiosa, otra más, para enviar a córner el disparo a quemarropa de Raúl.

El Madrid perdonaba y daba vida al Dépor, que tímidamente se fue sacudiendo el dominio. Y así, casi sin quererlo, pudo llegar el empate poco antes del descanso. Juan Rodríguez, Adrián y Antonio Tomás tuvieron sus opciones de cara al gol, pero en esa fase, justo cuando el Dépor daba señales de vida, llegó el mazazo del 0-2. Contraatraque de libro y taconazo final de Guti, que dejó solo a Benzema para que fusilara sin oposición. Faltaban cinco minutos para llegar al ecuador y el encuentro, definitivamente, se ponía muy cuesta arriba para los blanquiazules.

En el descanso la grada invocó a las meigas, ésas que, como por arte de magia, hechizaron al Madrid tantas otras noches en Riazor. Pero ayer no hubo conjuro eficaz. Ni en la primera parte, ni tampoco después. El balón siguió siendo del Madrid y Kaká, justo tras la reanudación, perdonó en un mano a mano ante Aranzubia, de nuevo salvador. Los blancos siguieron tocando la pelota a sus anchas, sin nadie que les mordiera. Y así, ante un rival que se estaba jugando la Liga, es imposible sacar tajada. Daba la impresión de que el Dépor no daba para más. Con tantas bajas, y tan importantes, es menos equipo. Inevitablemente, echa de menos a sus lesionados, sobre todo a sus dos zurdos titulares: Filipe y Guardado. Es menos equipo, pero guarda intacto su amor propio. Lo sacó en la segunda parte, en la que Juan Rodríguez tiró de todos hacia arriba en busca, por lo menos, de un gol con el que volver a meterse en el partido. Pudo llegar en un disparo lejano del andaluz, que se fue fuera por poco. Crecía el Dépor, mientras el Madrid se echaba atrás para dejar pasar los minutos. El penalti sobre Riki, que él mismo se encargó de transformar, hizo creer de nuevo en el meigallo. Pero el partido ya agonizaba y los blancos tuvieron tiempo para sentenciar con el 1-3 de Benzema. Ganaron en A Coruña. Alguna vez tenía que ser.