El lema acuñado por los Riazor Blues el pasado 12 de octubre, cuando tomaron Abegondo para cargar de moral a un equipo entonces hundido en los puestos de descenso -"unión y compromiso"- también vale para ahora, aunque con una pequeña coletilla: la del delantero. Hay que estar más unidos y comprometidos que nunca, eso por encima de todo, pero Lotina también entiende que es necesario incorporar un nueve, ése que lleva pidiendo desde que llegó al banquillo de Riazor, hace ya casi cuatro años. Lo que era sólo una posibilidad se ha convertido en una auténtica obligación, al menos a juicio del técnico. "Tiene que llegar alguien ya. Necesitamos gente arriba. El equipo lo pide a gritos", espetó el míster tras la derrota en Zaragoza. Mensaje claro y directo para el presidente Lendoiro, quien no fue el único destinatario de sus quejas. Lotina también le mandó un recado a sus jugadores porque, en su opinión, no compitieron con la suficiente intensidad en una cita tan importante como la del pasado domingo en La Romareda.

A menos de una semana para que finalice el plazo para realizar inscripciones, el club hace un último esfuerzo por incorporar a ese ansiado delantero. Mira hacia el mercado extranjero en busca de un goleador interesante que pudiera llegar prácticamente a coste cero, teniendo en cuenta que las arcas blanquiazules no están precisamente boyantes. Difícil encontrar algo que mejore lo que hay actualmente en la plantilla sin hacer un desembolso importante. Complicado, pero no imposible. Lotina espera que Lendoiro eche el resto para cumplir su demanda, que es la prioritaria aunque no la única. Por pedir, también le pidió un recambio para Jonathan Urreta. Quiere un hombre de banda desequilibrante que pueda mejorar las prestaciones del equipo en esa parte del campo. Si no llega, posiblemente el uruguayo no tendrá más remedio que quedarse a contragusto, cuando su verdadero deseo es retornar al Peñarol para jugar allí este semestre.

Conscientes de la situación

El tirón de orejas de Lotina a sus jugadores fue en caliente, inmediatamente después de perder ante un rival directo que tampoco demostró gran cosa. Juan Carlos Valerón, uno de los pesos pesados del vestuario, matiza que en Zaragoza "el equipo sabía perfectamente de la importancia que tenía el partido, lo que pasa es que a veces las cosas no salen como uno quiere; ahora lo que necesitamos es estar muy tranquilos y que el equipo saque lo que tiene dentro". Pablo Álvarez, que al igual que el mediapunta grancanario también entró en la segunda parte, no cree que faltara intensidad para buscar la reacción en La Romareda: "No me gusta comentar las declaraciones de los demás. Individualmente, puedo decir que no me falta actitud". "Apenas llegamos a puerta y así es difícil sacar los partidos adelante -reconoció Daniel Aranzubia-, pero somos perfectamente conscientes de la situación en la que estamos". Es un momento delicado, aunque no tanto como el de mediados de octubre, cuando los Blues colgaron en Abegondo aquella pancarta con el lema que resume justo lo que hace falta ahora. Unión y compromiso. Esas dos cosas, más un delantero.