Estamos viviendo la grandeza de un Mundial de un deporte muy importante en muchos países europeos y del mundo (en Suecia, Dinamarca, Islandia, Croacia, Noruega, Alemania, Francia...). El balonmano es una de las prácticas de mayor prestigio porque se aprende desde el colegio y se valora el enorme trabajo que precisa el jugador para llegar a ser de los mejores del mundo.

La imagen del equipo español durante todas las jornadas del mundial ha conjuntado a la perfección los principios básicos para ofrecer un sistema de juego eficaz. En este bello y exigente deporte, nunca tendrán éxito los individualismos, ni siquiera funcionarán los jugadores que aporten sólo capacidad ofensiva. Un buen equipo de balonmano depende de su capacidad como colectivo para impedir que jugadores con unos excelentes patrones motrices y un excelente estado de forma puedan lanzar sobre la defensa para superar a un portero que no permite ver un hueco en los seis metros cuadrados de portería. A partir de ese entramado defensivo, se construye un juego rápido, muy vivo y rico en propuestas tácticas, al estilo del fútbol americano, pero sin tanta parafernalia. En balonmano hace falta ser rápido, fuerte y técnico, pero sobre todo, muy disciplinado en la estrategia del equipo.

Los triunfos de España tienen el aliento de todos los niños que lo practican en los colegios y clubes. Que simplemente admiran e idealizan a todos y cada uno de los jugadores españoles. Son realmente los que entienden todo el trabajo y entrenamiento que requiere realizar las preciosas acciones que estamos disfrutando en las retransmisiones televisivas a cámara lenta. Y es que en la selección española hay varios jugadores que han pasado por A Coruña compitiendo contra el OAR como es el caso de Cañellas, Raúl Entrerríos, Viran Morros... esto significa que se han ido curtiendo por todas las categorías hasta llegar a la excelencia deportiva y poder optar a ser los mejores del mundo.

La selección española tiene la clave del éxito porque actúa y se comporta como un equipo de toda la vida que se conoce desde el colegio y trabaja diariamente, aceptando la puntos fuertes y débiles de cada jugador. En los partidos clave, frente a Alemania y Francia, se vio que la unión hace la fuerza. España supo superar claras desventajas con remontadas históricas y esto sólo se consigue con mucha fe en tus compañeros y con una gran carga emocional que incremente el rendimiento para realizar las acciones de mayor estrés en los últimos minutos siempre con éxito.

El partido clave frente a Islandia tuvo un guión casi mágico. A los españoles se les veía centrados, pero sobre todo, con una gran confianza en sus posibilidades, la caras de alegría de los jugadores en cada acción reflejaba que simplemente todo salía a la perfección.

España ha conseguido estar en semifinales de un mundial cargado de selecciones candidatas a ganarlo (valor añadido al mérito de estar entre los grandes). Suecia y Francia se jugarán un pase a la final.

He olvidado citar que si España tiene muchos ingredientes para poder ganar el Mundial, Dinamarca -su rival en semifinales- llega invicta, dando imagen de apisonadora, tendrá a todo un país apoyándola y a una afición que llenará el aforo. La dificultad es extrema, pero todos sabemos que los españoles sacamos lo mejor de nosotros mismos en las situaciones límite.

Toda nuestra fuerza con la selección. ¡A luchar!