El viejo Flavio lo vio claro hace meses: "Que piensen en el coche del año que viene porque no alcanzarán a Red Bull". Briatore, apartado de las carreras pero con el olfato intacto, acertó con el diagnóstico cuando la temporada aún amanecía. No sabía de los fallos en el túnel de viento de Maranello, ni seguramente estaba al tanto de que el calzado Pirelli le venía muy incómodo a Ferrari. Pero dio en el clavo. Había poco que hacer.

Cuando la Scuderia corrigió el rumbo, Vettel ya estaba lejos y ahora sólo falta poner fecha a la coronación, mientras los objetivos italianos se fijan en hitos menores: ganar en Monza frente a su hinchada, intentar repetir la victoria del año pasado en Singapur y colocar a Alonso en el subcampeonato, que cada punto sumado es un dinero al final del año para la casa. Y todo, con un ojo en el marzo que viene y una parte de la fábrica poniendo ya las bases del coche del siguiente ejercicio, cuando a Ferrari ya se le pedirá solvencia desde el principio.

En realidad, nunca cesó el movimiento en los despachos italianos. En diciembre destituyeron a Chris Dyer, señalado por el desastre táctico de Abu Dabi y el título que allí se dejaron. Y con el curso ya en marcha, Aldo Costa pagó con su puesto de jefe de diseño el desajuste técnico y dejó vía libre a la promoción de Pat Fry, fichado de McLaren para poner a tono el monoplaza del cavallino. Sin Costa, empezó a fraguarse el coche de Alonso para la temporada próxima con una premisa ineludible: estar con los mejores desde el principio. Entender qué pasa con los Pirelli y sacar partido de su comportamiento es una asignatura obligatoria.

Ahora que el campeonato está a punto de resolverse puede Ferrari acelerar con todo lo del año que viene. Pero antes, en la agenda aparece Monza. Es obligado lucirse. Por los miles de tifosi en las tribunas, por los millones de italianos pendientes de su patrimonio que, al final, el cavallino lo es tanto como la azzurra; y por lo que vale en dinero un podio teñido de rosso como el del año pasado, en un Gran Premio clave para el gran patrocinador de la Scuderia, el Banco Santander. Puro marketing, muchos intereses y un Mundial que se va camino de Red Bull sin que nadie pueda evitarlo.