El apoyo de los 60.000 espectadores que abarrotarán el Eden Park de Auckland y la condición de líder del ranking mundial, confirmada con su gran actuación a lo largo del torneo, conceden a Nueva Zelanda el papel de clara favorita en la final del Mundial de rugby que disputará hoy ante Francia, que aspira a la gloria y a una sorpresa mayúscula.

Los all blacks desean levantar su segundo trofeo Webb Ellis 24 años después del primero. Para lograr su objetivo afrontan el choque decisivo en el mismo escenario de aquella final y frente al mismo protagonista, Francia, que en la final del primer Mundial de la historia en 1987 sucumbió con claridad (29-9).

Casi un cuarto de siglo después, Nueva Zelanda no ha vuelto a conquistar el cetro planetario, una tragedia deportiva en un país que respira rugby por los cuatro costados y que sólo ha podido disfrutar de otra final, la de 1995, inmortalizada en la película Invictus con la victoria de Sudáfrica (15-12).

En el camino hacia su tercera final mundialista, los neozelandeses se han sobrepuesto a la inesperada baja de uno de sus líderes, Daniel Carter, para convertirse en rodillo implacable que ha devorado sucesivamente a Tonga, Japón, Francia, Canadá, Argentina y Australia. Francia contará con opciones siempre que muestre su mejor versión.