Si todo marcha según lo previsto, Sergio Busquets alcanzará este sábado en el Sánchez Pizjuán los 200 encuentros oficiales con la camiseta del Barcelona. Titular indiscutible en el Barcelona y en la selección y con todos los títulos posibles en su vitrina personal tras ganar la Eurocopa este verano, Busquets afronta con nuevos retos esta temporada consciente de que aún le quedan "muchas cosas por mejorar".

Hijo de Carlos Busquets, portero del Barcelona entre 1990 y 1998, Busi pronto eclipsó la figura de su padre. Pese a que no llegó a las categorías inferiores del club culé hasta los 17 años, la meteórica progresión que experimentó desde ese momento le ha llevado a ser, siete temporadas después, uno de los mejores mediocentros del panorama internacional. Cuestionado ayer sobre que hubiera sido de él de no haber coincidido con Guardiola en el Barcelona B, Busquets dijo no poder ni imaginárselo. "Quizás habría continuado en el filial y luego no sé si tarde o temprano habría subido al primer equipo, si hubiera tenido que irme a otro equipo... no me lo planteo", comentó el natural de Ciutat Badia.

Lo seguro es que coincidir con Guardiola en el filial azulgrana convirtió a Busquets en lo que actualmente es. Juntos consiguieron el ascenso a Segunda División B en la temporada 2007-2008 y, un año más tarde, el técnico de Sampedor lo convirtió en el eje del mejor Barcelona de la historia, el del triplete. Desde su debut ante el Racing en la segunda jornada de esa temporada, la 2008-2009, Guardiola entendió como imprescindible en sus esquemas la presencia de Busquets, que demostró una inteligencia táctica y una comprensión del juego al alcance de muy pocos.

"Siento que se me tiene mucho respeto", indicaba ayer Busquets. Y no es para menos. En el césped, pero también fuera de él, el mediocentro ha mostrado una jerarquía fuera de lo normal. Desplazó del once a un jugador como Yayá Touré en su primera temporada, obligó a Mascherano a reconvertirse al puesto de central tras su llegada y sobrevivió al debate del doble pivote en la selección, siendo un indiscutible en la consecución del Mundial y de la última Eurocopa.

Cuatro años y 199 partidos después de su debut, Sergio Busquets se convertirá este fin de semana en bicentenario con un reto aún por cumplir, el de portar el brazalate culé algún día: "Me gustaría, ahora veo a Puyol y a Xavi y son un ejemplo para mí".