Pasen y vean. Conozcan a Malián, un humano con reflejos de gato y estiramientos de pulpo. A Bargalló, el mago de los sticks. A Ordóñez, un malabarista sobre cuatro ruedas. A Pascual, el lanzador de bolas de fuego. Y a Pérez, una máquina de meter goles, con la sangre fría de un asesino a sueldo. El Liceo consigue el más difícil todavía. Sigue con su espectacular temporada sin importarle cuántas sean las bajas o cómo de complicado se ponga el partido con el gol inicial del Vilanova o las dos azules a Lucas Ordóñez que lo borraron de los últimos minutos del encuentro. Y sin ni siquiera necesitar los goles de Bargalló. El compromiso con la función de cada uno de los jugadores hizo que todos dieran lo mejor de sí mismos para superar las adversidades, con la colaboración de Pablo Añón y Pablo Fernández, que también tuvieron sus minutos en escena. Una victoria importante por las circunstancias y porque permite mantener los ocho puntos de ventaja sobre el Barça. Y quedan solo diez finales.

Se esperaba un rival rocoso en defensa y cerrado en zona con la esperanza de salir a la contra. Pero desde el inicio ambos equipos estuvieron eléctricos. Nadie se guardó nada. El Vilanova, quizás espoleado por sus posibilidades de ganar por las bajas locales, se lanzó también al ataque, dejando huecos para las oportunidades verdiblancas. Malián empezó a lucirse también. Un catálogo de paradas inverosímiles. Que se lo digan a los catalanes, frustrados de tantos unos contra unos en los que se estrellaron contra el meta coruñés. Bargalló pudo abrir el marcador, pero De Moyá también respondió bien a su tiro de penalti, y los palos se aliaron con él en dos ocasiones. El que no falló la pena máxima fue Francesc Gil para el 0-1 que ni inmutó a los locales. Su movimiento de bola era rapidísimo y eran conscientes de que llegaría su ocasión. Toni Pérez empató de penalti, asumiendo la responsabilidad visto que no era el día de Bargalló. Y después, Lucas Ordóñez, en una jugada de fantasía dentro del área entre piernas, brazos y sticks dio un preciso pase para que el asturiano, siempre oportuno al segundo palo, empatara. Carlos Gil aprovechó para meter a Pablo Añón. El canterano se puso de palomero en el área y casi pesca la primera. Tiró al palo.

La segunda parte empezó con la décima falta local que Jordi Creus convirtió en el 2-2. Dos bolas paradas, dos goles. Aún así, Malián era un muro insalvable al que el Vilanova no pudo batir de jugada. El Liceo, en cambio, se daba contra el poste. Matías acabó con el gafe y a la décima falta catalana, Toni Pérez marcó la falta directa (4-2). El partido estaba más que controlado y le tocó el turno a Pablo Fernández. Una azul a Lucas Ordóñez, excesiva, estuvo a punto de truncar el trabajo. Malián paró la falta directa, el rechace posterior y las oportunidades en superioridad. Pascual incluso pudo hacer el quinto, pero de nuevo el palo se puso de lado de De Moyá. Aún podía empeorar la situación con la segunda azul a Lucas, que ya no podría volver a jugar. Fernández ocupó su lugar y Malián, de dejar todo igual. Ya cuando el circo echaba el telón, Bargalló falló un penalti, pero tuvo la visión suficiente para ver que se acercaba Toni Pérez para darle una asistencia y que cerrara con gol su tarde mágica.