Liceo de salón. Billar sobre patines. Los verdiblancos cambiaron ayer la madera de sus sticks por tacos para mandar la bola de lado a lado hasta que esta entrara en el agujero. Hockey a tres bandas, cuatro o los que tocaran. El Tordera, peleón y que se adelantó en el marcador, se vio por momentos desbordado, mareado, sin saber muy bien por dónde venía el juego de lo rápido que combinaban los locales. Como colofón, el sexto gol liceísta, una jugada en la que los cuatro jugadores de pista hicieron un tuya-mía alrededor del área hasta que Eduard fusiló la portería. Un triunfo incontestable que, si bien no le acerca al Barça, le permite encarar con fuerzas una semana clave.

El Tordera dio el primer susto, un peligro que se convirtió en real con el gol de Castañé, que chutó desde la frontal del área tras un saque de falta. Fue un espejismo porque la máquina entró en acción. Lucas Ordóñez no tardó en contestar desde el punto de penalti. Sin contemplaciones mandó la bola a la escuadra. El argentino estaba muy activo. Con su exquisita técnica se escurría entre defensas para colarse en el área. El 2-1 lo marcó Josep Lamas, que se fue escorando y moviendo hasta que encontró el hueco. Los catalanes daban latigazos, pero se encontraban con Malián, que también lucía repertorio de paradas: por arriba y por abajo. Ordóñez, antes del descanso, puso el 3-1 en el rechace de una falta directa.

El de San Juan no marcó más goles porque el palo se lo impidió en la segunda parte. De ello se encargó Josep Lamas a pase de Toni Pérez en una rápida contra y después su hermano Eduard hizo dos tantos en un minuto, el primero tras culminar el gol de la tarde tras una combinación en la que intervinieron todos sus compañeros y el segundo de chut de falta. En los últimos diez minutos el Liceo no se conformó y buscó aumentar la goleada, pero lo mejor de ellos fue el desparpajo que demostró César Carballeira.