En lugar de ser la solución en la que todos confiaban, el real decreto aprobado hace una semana que regula la venta centralizada de los derechos audiovisuales de los clubes se ha convertido en la gran batalla del fútbol. La tarta crece y todos quieren que su pedazo también lo haga. Más dinero. Los contendientes se enrocaban ayer en sus posturas al tiempo que sumaban aliados. El núcleo duro que apoya la huelga se mantiene firme con la Federación Española de Fútbol (RFEF) y la Asociación de Futbolistas (AFE) por una parte, mientras que en la otra trinchera se encuentran el Gobierno, a través del Consejo Superior de Deportes (CSD), y la Liga de Fútbol Profesional (LFP).

"No es un decreto objetivamente justo. Lo que pedimos no son ideas alocadas. No es una medida de fuerza, sino de defensa por la vulneración de derechos", aseguró ayer el presidente de la AFE, Luis Rubiales, que reiteró el apoyo de los jugadores a la huelga decretada por la RFEF en todas las categorías a partir del próximo día 16.

Rubiales, que compareció respaldado en primera fila, entre otros, por los madridistas Casillas y Sergio Ramos, o los barcelonistas Iniesta y Xavi, reclamó el retorno directo a los jugadores de una parte de los ingresos. "En Inglaterra se recibe el 1,5% del porcentaje de televisión, y en Francia el 1,09%", dijo. Rubiales también advirtió que "la huelga sólo se desconvocará si se pactan cambios" en el real decreto.

En apoyo de la huelga se posicionaron ayer otros colectivos del fútbol español como la Asociación de Deportistas o la Comisión de Clubes de Tercera División, que a través de un comunicado afirman que el real decreto es "nefasto para los casi cuatrocientos clubes, con sus respectivos barrios, pueblos y ciudades, a los que se nos ha dejado fuera y se nos ha negado una oportunidad de futuro".

Javier Tebas, presidente de la LFP, tildó ayer la huelga de "una locura, una osadía y una irresponsabilidad de una institución y de Ángel María Villar (presidente de la RFEF), que no sabe el rumbo que debe tomar el fútbol profesional ni el fútbol aficionado".

Sobre el impacto económico de un posible paro en las competiciones del fútbol profesional, Tebas señaló que "los daños son terribles y cuantiosos", y reclamó al Gobierno "que mantenga y no toque ni una coma del real decreto". "Si tiene que haber huelga que la haya. Más tarde se irán de vacaciones. Pero no vamos a someternos al chantaje de la Federación. Si el Gobierno se somete a este chantaje irresponsable, daremos un paso atrás en la regeneración del fútbol español", concluyó el presidente de la LFP.

"Espero que el día 16 haya fútbol y que impere la lógica y la razón", dijo el presidente del CSD, Miguel Cardenal, quien valoró como "muy bueno para el fútbol" el nuevo real decreto en el que, dijo, "se han cumplido las condiciones que pedían la AFE y la Federación, que de ganar cero euros van a pasar a ganar 25 millones".

Cardenal también habló de "agravios pretendidos" y de "falsos problemas" con la RFEF, a la que reclama la justificación de unos 8 millones de euros en subvenciones "porque se trata de dinero público".

En relación a la Ley de Emprendedores, que para la RFEF imposibilita la presencia de "los colaboradores más imprescindibles en la organización del fútbol más humilde", el CSD lo vincula a las inspecciones de trabajo y asegura que "las normas que regulan la relación laboral y la adscripción a la Seguridad Social de las personas que trabajan en el ámbito del deporte son las mismas desde hace cuatro décadas".

La asociación de Inspectores de Hacienda del Estado (IHE) reclamaba por su parte al Gobierno "claridad y firmeza" ante las inspecciones a los clubes aficionados y ante la tributación de los futbolistas profesionales. En un comunicado, la IHE critica a cualquier colectivo que pretenda "forzar decisiones para favorecer intereses particulares, alejándose del trato fiscal neutral y uniforme que la normativa tributaria prevé para cualquier ciudadano".

La IHE sostiene que ni los clubes de fútbol ni los futbolistas pueden acusar de "maltrato" a Hacienda, sino todo lo contrario.