El Athletic no vio en peligro en ningún momento la Supercopa, pero Piqué acabó con cualquier asomo de duda con más de media hora por delante en el Camp Nou. Al central se le fue la pinza con un asistente de Velasco Carballo por un presunto fuera de juego y el árbitro le mandó a la ducha. Piqué, el primero en hablar de remontada recién acabado el partido de San Mamés, protagonizó dos acciones clave en el desenlace de la final. Porque suya fue la gran oportunidad de encender la caldera azulgrana, pero su remate a bocajarro del minuto 6 se estrelló en el larguero. Cuando por fin llegó el 1-0, el primer tiempo daba sus últimas bocanadas y el Athletic se sabía supercampeón, algo que a priori parecía una bilbainada.

Salió con todo Luis Enrique, al menos con todos los que tenía sanos, porque no había lugar para la especulación. Valverde retocó mínimamente el once de San Mamés, pero no varió un milímetro su idea: presión alta, defensa firme y convencimiento para buscar a Bravo a la mínima oportunidad. Con este panorama, la emoción de la final pasó a depender exclusivamente de Messi. Y como el argentino solo apareció para remachar la gran jugada colectiva del 1-0, el sextete se convirtió en una misión imposible.

Ni siquiera fue necesario esta vez un plan individualizado contra Messi. El Athletic fue un equipo tan bien armado y tan solidario que al Barcelona le costó un mundo invadir el área bilbaína. Aunque el Barcelona aplicó la presión alta con bastante criterio, el Athletic no cometió ninguna imprudencia cerca de su área. Y según fueron pasando los minutos encontró las rendijas para lograr ese gol que acabaría con cualquier debate. Lo tuvo es sus botas Eraso tras un fallo de Pedro, pero el mediapunta estampó el remate en el lateral de la red de Bravo. El chileno, que jugaba sus primeros minutos justo en vísperas del inicio de Liga, su competición de la pasada temporada, salió favorecido de la comparación con Ter Stegen, al menos en esta eliminatoria.

La noche se animó mínimamente al borde del descanso, gracias a una jugada que se salió del guión azulgrana. Un arranque de genio de Mascherano rompió las líneas rojiblancas y Rakitic pudo meter un centro al segundo palo, donde Luis Suárez acomodó el balón para la llegada de Messi, que abrió la lata. Iraizoz retuvo el cuero dentro de la portería todo el tiempo que pudo, pero pronto se comprobó que no había motivos para tanto.

Cuando se esperaba un regreso furioso del Barça, lo primero que ocurrió fue un contragolpe del Athletic Club, con De Marcos arrancando al límite del fuera de juego. Bravo rechazó el remate de Aduriz, pero Piqué explotó contra el juez de línea. La expulsión calentó el Camp Nou y, durante unos minutos, despistó al Athletic, que concedió dos ocasiones clarísimas erradas por Pedro y Rakitic. Pero a partir de ahí supo controlar las emociones y aprovechar la inferioridad azulgrana en defensa para que Aduriz completara su póker de goles en la final.