Joaquim Purito Rodríguez se enfundó el maillot rojo de líder en Ermita del Alba con una sonrisa agridulce, convencido de que el holandés Tom Dumoulin (Giant) es el gran favorito de la Vuelta al tener que superar "solamente" un obstáculo de 1.51 minutos en la contrarreloj de mañana en Burgos.

La fiesta plena fue para el veterano luxemburgués Frank Schleck, hermano del jubilado Andy, de 35 años, ganador en solitario de la etapa reina de Asturias, la temida de 7 puertos con final tenebroso en rampas del 25 por ciento, en la que Purito y Aru debían meter placa a Dumoulin si querían mantener esperanzas en Burgos.

Schleck logró el objetivo. Fue el más fuerte de una escapada de 10 hombres que llegó a tener una renta de 22 minutos. Se deshizo del colombiano Rodolfo Torres a 3 kilómetros meta y volvió a vivir un momento de gloria que se le negaba en una grande desde el Tour 2009.

No logró el objetivo Purito, ni Fabio Aru. El catalán y el sardo, a la hora de la verdad justos de fuerzas, no fueron capaces de hacer hincar la rodilla a Dumoulin, que resistió como un titán en el terreno de los enemigos. Ahora llega su escenario, y después de la jornada de descanso.

¿Un liderato efímero? Purito, que no vestía de rojo desde su batacazo en Fuente Dé ante Contador, parece tenerlo claro. Con humor se entiende que lo retendrá un día, el de descanso, pero en la crono lo ve negro. "Para ganar yo la Vuelta tiene que fallar Dumoulin, pero le he visto muy bien, va muy suelto y concentrado. El asunto está muy complicado", dijo Purito.

No voló en las rampas que conducían a la Ermita del Alba. Sus piernas se cargaron de plomo desde que el Tinkoff empezó a tensar en El Cordal, y en el muro de verdad, donde suele despegar, solo se le vio atacar a falta de 700 metros. Insuficiente botín: 2 segundos a Aru, 12 a Majka y Quintana, 27 a Dumoulin y 1.37 a Valverde, fuera de la pelea del podio.

El contrarrelojista Dumoulin aprobó en la montaña con nota. "Es inteligente", dicen de él sus rivales. Nunca se mete en líos para los que no está preparado. El holandés cuando ve que se agita el avispero sabe dónde y cómo colocarse, con las ideas claras. A su ritmo y sin perder de vista la cabeza.

Con esa estrategia logró que Purito y Aru no le endosaran los 2 o 3 minutos que precisaban para someterse al juicio del reloj. Tiene a las presas muy cerca, demasiado. Lo normal es que el gigante del Giant se las zampe en la Ciudad del Cid.

Purito, no obstante, saldrá con la roja a batirse el cobre en los 39 kilómetros cronometrados que definirán el podio. Empatado con Aru, ahora un segundo por detrás. El polaco Rafal Majka (Tinkoff) se postula para el podio, a 1:35, y el cuarto es Dumoulin a 1:51.

El trayecto de 175 kilómetros entre Luarca y Ermita del Alba, en Quirós, premió a Schleck como el más fuerte de la decena de fugados que salieron de inicio desafiando 7 puertos. Tuvieron la suerte de pillar dormido al pelotón, que en realidad no despertó hasta cerca de la meta.

De la aventura sacó petróleo el español Omar Fraile (Caja Rural), que reforzó considerablemente el maillot de la montaña. En la Cobertoria se despegaron Schleck y el colombiano Torres. Y ambos se la jugaron mano a mano en el puerto decisivo. Mejor el luxemburgués, que logró la recompensa a un "año horrible", ya que las múltiples lesiones no le dejaron ir al Tour.