El Barcelona certificó su pase a los cuartos de final de la Copa del Rey frente al Espanyol, en Cornellà-El Prat, en un partido muy plácido para los azulgrana, con dos goles de Munir y con un fútbol sin alardes en el que destacaron las apariciones de Messi, el mejor del duelo.

Quizá el esquema inédito de Luis Enrique, un 4-2-3-1 con Sergi Roberto y Rakitic, frenó su inspiración habitual. El cambio de dibujo fue lo más destacable en el plano futbolístico. En lo extradeportivo, la tensión de los anteriores derbis se atenuó, aunque apareció en los minutos finales.

Sin acercamientos locales, salvo tiros lejanos, ni destellos de las estrellas del Barça, el ritmo del encuentro se ralentizó en los primeros compases. Messi era el único que agitaba el juego en Cornellà. Sus combinaciones y cambios de ritmo era un reto para la defensa local. En el minuto 23, tras una carrera individual, obligó al meta a lucirse de nuevo. También se dejaba llevar el Espanyol, con un cabezazo de Ciani después de un saque de esquina en el 29.

El partido parecía destinado a cambiar. Y lo provocó el Barcelona. Fue Munir, a la media hora, el que rompió el empate con un recorte ante Bardi y sentenció, aún más, la eliminatoria. La asistencia fue del nuevo Balón de Oro, muy inspirado el argentino, con ciertas facilidades de los centrales de Galca.

Los pupilos de Luis Enrique ya tenían el pase a cuartos en el bolsillo, pero querían irse a los vestuarios con un marcador más abultado. De ahí la mirada de Messi a Munir en el 70, cuando el argentino no recibió el balón de su compañero en zona de peligro. Fue en el 88 cuando Munir hizo el 0-2 en posición dudosa de fuera de juego.