El Liceo hace una cosa como nadie: jugar al hockey sobre patines. Y es lo mejor que puede hacer para olvidar una semana dura, en la que tuvo que asimilar que comienza la cuenta atrás del tiempo de Jordi Bargalló en el equipo además de la derrota en Reus, que lo sitúa a nueve puntos del liderato del Barcelona (con un partido más porque el conjunto azulgrana ganó ayer al Cerceda 5-1). La victoria en Lleida es importante para reforzar los ánimos del vestuario y para no decir adiós definitivamente a la posibilidad de alzar el título de la OK Liga. Seis puntos ya son una odisea cuando el rival al que hay que remontarlos es el Barça. Nueve serían casi un milagro. Y por último, sería un espaldarazo para afrontar la Copa del Rey, que se disputa la semana que viene.

Equipo solvente

La derrota en Reus no hace saltar las alarmas por la propia trayectoria esta temporada del conjunto que dirige Carlos Gil. Los verdiblancos son un conjunto solvente y solo sufrió en momentos puntuales. Como con la defensa que se le atragantó del Igualada, la encerrona del Caldes en su cancha o los dos partidos contra el Reus, que es quizás el equipo que más se parece el coruñés y del que recibe de su propia medicina. La horma de su zapato. El Lleida podría tomar alguno de estos ejemplos, pero para imponerse al Liceo en el Palacio es necesario hacer un partido perfecto. Malián se está mostrando muy seguro y al brillo de los hermanos Bargalló se le suman las aportaciones del resto del grupo.

El Lleida acumula resultados dispares, lo que lo sitúa a las puertas del abismo, pero tres puntos de la línea de peligro. Su máximo goleador es un Andreu Tomás que con 21 dianas ha llegado a su madurez deportiva y vive sus mejores momentos en la OK Liga. La portería, con el otro Tomás, Lluís, es otro de sus puntos fuertes.