Cuando una fiesta empieza un domingo a las ocho y media de la mañana es porque el atletismo es el anfitrión. Ayer A Coruña volvió a demostrar que vive este deporte al máximo, sobre todo en su faceta más popular, no solo por los miles de corredores que se pusieron sus camisetas con un reto en la mente, sino por la cantidad de aficionados que se agolparon en la salida y en la meta y se dispersaron por diversas zonas del circuito del Maratón Atlántica Coruña42. Parecía imposible que el sol hiciese acto de aparición en la cita, pues la lluvia del sábado semejaba no tener fin. Pero escampó. Y eso hizo que los participantes afrontasen las pruebas con una motivación mayor. "Menos mal que hace buen día", se escuchaba una y otra vez en los alrededores de los Cantones antes del pistoletazo de salida y también en la plaza de María Pita, donde estaba ubicada la meta.

El día sonrió a los 2.313 valientes -758 en la prueba de 42 kilómetros y 1.555 en la carrera de 10-, pero en especial al checo David Pelísek y a la gallega María del Rosario Figueroa. El primero, estudiante de INEF en A Coruña, paró el crono en 02:29:27. Lo persiguió Víctor González (02:31:01), segundo y campeón gallego. Al tercer cajón del podio subió Antonio Moreira (02:33:51). En chicas, la mejor fue Figueroa. Repitió triunfo ya que el año pasado también fue la primera en derribar la cinta de meta. Esta vez mejoró su marca con un tiempo de 03:02:37 (el año pasado acabó el maratón en 03:05:19) y además se adjudicó también el Campeonato Gallego. Campeona por partida doble. La siguió de cerca Beatriz Fernández (03:05:17), pero tuvo que conformarse con el segundo puesto. Tercera fue Ana Baizán, que acabó en 03:07:04. Aunque los nombres de los tres primeros clasificados en cada categoría son los más sonados, todos y cada uno de los finisher recibieron su medalla y la enorme satisfacción de haber superado la barrera que suponen los 42 kilómetros.

En un momento tan especial como ese, algunos optaban por coger a sus hijos para cruzar el arco, mientras otros declaraban su amor con mensajes en sus camiseta. Te amo Noe ponía una. El toque de humor lo puso un hombre disfrazado de romano, como si se tratase de la festiva San Silvestre, con la que se cierra el año. Y como momentos más emotivos, las llegadas de los últimos participantes. Sobre las 14.00 horas, cuando ya pasaban cuatro horas y media de carrera, los coruñeses se detenían en La Marina para dar ánimos a los corredores que pasaban a cuentagotas y que soñaban con llegar lo antes posible a María Pita. "Deberías estar orgullosa", le decía una desconocida a una maratoniana a escasos metros del final.

Ese es el sentimiento global. Orgullo de los que acaban, pero también de sus familiares y amigos. Hasta pancartas se podían ver por algunas partes del recorrido, como también conciertos y masterclass. "Arriba", gritaba un cantante, a lo que los corredores respondían, agradecidos, con aplausos. La diversión no faltó en toda la mañana. Bastaba con ver las caras de los participantes de los diez kilómetros. Una prueba más pequeña, pero la ilusión igual de grande. Edson Gómez fue el primer clasificado con un tiempo de 32:29. Eduardo Valcarce (32:30) y Alejandro Álvarez (32:32) fueron segundo y tercero. En chicas, la mejor de la jornada fue Inés Papín, con un tiempo de 41:39. Segunda fue Karina Callon (41:39). Por último, en tercer lugar se clasificó Noemi Moral (41:52). El recorrido de esta carrera fue diferente, la Torre de Hércules ejerció de guía. Un marco perfecto para aportar el granito de arena a una Coruña42 que ya inicia su cuenta atrás para la próxima edición. Siempre es mejor de lo esperado.