Roza los dos metros -mide 194 centímetros-, la coleta le llega hasta la mitad de la espalda y cuando se le ve detrás de la batería en conciertos de grupos locales de rock, nadie sospecharía que donde mejor se desenvuelven esos brazos largos es en la piscina. Jose García (A Coruña, 1977) lleva 22 años jugando a waterpolo en el CN Coruña. Es el veterano de la plantilla, el "Dios" del vestuario, como le llaman sus compañeros. Y el fin de semana pasado incluso le tocó desdoblarse para jugar y ejercer de entrenador en el play off en el que el conjunto herculino recuperó la hegemonía gallega. Ya no se acuerda de cuántos títulos lleva, pero de lo que sí está seguro es de que es el jugador gallego más laureado. Desde mañana, se pondrá de nuevo al servicio de su equipo en la fase de ascenso a Segunda División nacional.

El CN Coruña debutará mañana ante el Fortuna (18.00 horas) y el sábado jugará contra el anfitrión Mont Juic (12.00) y el Navarra (18.00). "Nos ha tocado el grupo más complicado, pero intentaremos hacerlo bien y luchar por estar arriba, pero sobre todo por pasarlo bien y disfrutar la experiencia, porque van chicos que será su primera fase y siempre se aprende mucho jugando contra gente nueva", afirma. Habla la voz de la experiencia. Tras iniciarse en la natación, se pasó al waterpolo aburrido de dar vueltas a la piscina. Al principio, era portero hasta que un entrenador se fijó en sus cualidades. "Vio que era alto, rápido y zurdo y creyó que estaba desaprovechado", recuerda.

"Cuando llegué dominaba el Náutico de Vigo pero al año siguiente le arrebatamos el título y estuvimos unos años ganándolo todo. Después llegó el Santiago y nos quitó la hegemonía, volvimos nosotros con siete u ocho ligas seguidas hasta que apareció Pontevedra, nos quitaron un par de títulos y este año lo volvimos a recuperar", continúa. Y es que en más de dos décadas ha vivido varios cambios de generación. "Estoy jugando con el hijo de uno de mis primeros compañeros. Cuando leo el acta y veo 'Jose García, año 1977, y Bruno Martins, 1997'... ¡es que son veinte años de diferencia!", sentencia. También ha habido una evolución: "Galicia ha ido pegando poco a poco saltos de calidad. Cuando empezamos, éramos casi todos exnadadores y fuimos autodidactas. Ahora los entrenadores están muy formados. Nos vino muy bien la llegada de Andrei, un jugador ruso afincado en Ferrol. Nos trajo mucha técnica y sabiduría".

A él también le tocó ejercer de entrenador la semana pasada. Tenía un buen ejemplo. "Me acordé de mi madre", dice. Ella es Ana Sánchez, que hizo historia en el Medina de los años 70 y después fue entrenadora de baloncesto. "Siempre decía que todo el mundo tiene que jugar", añade. Así que sacó incluso a los más pequeños del equipo: "Necesitan esa dosis de confianza". En casa siempre tuvo el mejor ejemplo. "He mamado deporte desde pequeño. Esos valores de deportividad y compañerismo los he aprendido de mis padres", reconoce. Porque su padre, Pepín García Cabreros, fue árbitro internacional de hockey sobre patines y presidente del Comité Gallego de Árbitros de fútbol.

Altura no le hubiese faltado para seguir los pasos de su madre en el mundo de las canastas. Con su 1,94 no pasa desapercibido ni tapado por la batería de los grupos locales de rock en los que toca y con los que ha hecho giras internacionales. "El deporte y la música tienen cosas en común. Un grupo supone muchas horas de convivencia y los compañeros se convierten en amigos. Para mí es lo importante en ambas cosas. Tienes que tener solidaridad, suplir carencias y que otros suplan las tuyas... es también un juego de equipo", analiza. Aunque no lleva una vida muy rockera ya que celebra sus títulos con un brindis de zumo. "Y si me animo y me permito una licencia, incluso con un mosto", bromea.