La selección española especuló con la clasificación a octavos de final, acabó tirando por tierra la brillantez y fue batida a tres minutos del final por una Croacia sin su líder, Luka Modric, que se impuso por 2-1 y se hizo con el primer puesto del grupo.

España dejó escapar el liderato y la opción de buscar la defensa del título por el lado bueno del cuadro. Ahora tendrá que medirse a Italia en octavos de final.

El fútbol dio una lección a la selección española. El reencuentro con la derrota en una fase final de la Eurocopa ocho años después (no perdía desde el campeonato de Portugal en 2004), no pudo dejar un sabor más amargo.

Midió esfuerzos con el liderato en la mano tras adelantarse en el marcador, perdonó y acabó siendo castigada con dureza, encajando un tanto al contragolpe a tres de minutos del final, cuando le valía el empate, y con un error de David De Gea que no tapó su palo.

La amenaza de Italia en octavos de final y el respeto a Croacia impulsó a Del Bosque a mantener equipo. Lo que funciona, mejor no tocarlo, debió pensar sin valorar rotaciones ni motivaciones extras de jugadores con pocos minutos. Se encontraba España ante la prueba más seria.

Croacia, sin Modric ni Mandzukic, no perdía su poderío. Necesitaba ganar y cambió el guión de los partidos de la roja. Salió a presionar para cortar el inicio de jugada y cuando no lo consiguió intentó armarse en defensa y buscar la velocidad en la contra.

Cuando España se pone firme te desfigura. Sabía que los excesos de confianza se pagan caros e instalada en un nuevo escenario, sin abrumar con la posesión, asistió a dos llegadas que dejaban intuir peligro para Croacia, antes de desatar su pegada. Era el minuto 7 cuando Silva rompía cualquier esquema del partido.

Sacó de la chistera uno de esos pases al espacio que pocos futbolistas son capaces de ver. El desmarque era de Cesc, que picó el balón a la salida de Subasic y a placer, Morata, remachaba a la red en boca de gol para dar un mordisco a la clasificación de goleadores con su tercer tanto del torneo. La calidad lanzaba un directo al mentón croata que mientras pensaba como había encajado el golpe, pudo caer a la lona. España inició su habitual ejercicio de dominio. Esta ante el bajón de Iniesta apareció la pareja Silva-Cesc asociándose en cada rincón.

España no debía caer en la indolencia. Sergio Ramos y De Gea jugaron con fuego. Cometieron errores que cuestan caros. El exceso de confianza del central lo chutó Kalinic y el portero español sacó los puños a córner para segundos después complicarse con el balón en los pies, acabar haciendo un mal despeje y dejando el balón a Rakitic. Su toque picado lo repelieron el larguero, el poste y Piqué.

La calma debía regresar con el toque. Nolito había cruzado en exceso un remate a centro de Jordi Alba. Con Morata fijando centrales, España llegaba a la frontal con brillantez. Toques al espacio, triangulaciones en ambas bandas. El partido giraba en torno a Cesc, que se asociaba con todos. Silva calcaba el pase y a punto estuvieron de repetir la acción del gol.

Pudo asestar un golpe definitivo la selección pero perdonó. Silva se cansó de asistir y probó a Subasic, que rechazó como pudo el disparo potente. Nolito estrelló un peligroso remate en la defensa y el balón se marchó cerca de la portería.

Los malos indicios llegaban en el balance defensivo. La falta de tensión con la clasificación sellada se palpaba en despistes a balón parado. Croacia remataba todo. Pensar en guardar fuerzas sería castigado porque Rakitic ponía el criterio, con libertad de movimientos como segunda punta para diseñar cada ataque, y la referencia croata arriba, Kalinic, hacia casi todo con criterio y acierto.

Reapareció esa ley del fútbol no escrita. El que perdona la paga. Ramos tuvo un testarazo plácido tras córner de Nolito y no encontró portería. Cesc dejó solo a Morata con un pase de tiralíneas pero un mal control le impidió definir.

Asomaba el descanso cuando llegó el castigo al bajón tras media hora de brillantez. La bicicleta y el recorte de Perisic a Juanfran, acababa con un centro que remataba de espuela Kalinic, adelantándose a Ramos. El primer tanto en el torneo a España cerraba un récord histórico, 734 minutos sin encajar gol.

El duelo recobró la tensión en el segundo acto. Una mala salida de De Gea, sin embargo, dejaba el balón muerto a la chilena de Pjaca que acababa con la paciencia de Del Bosque. España se desmoronaba.

Llegó entonces el penalti errado por Sergio Ramos. Su lanzamiento, potente y centrado, lo adivinó el arquero croata adelantado tres metros de la línea de gol.

Cuando parecía que no cedería más opciones, un contragolpe culminado por Perisic hizo estallar la locura en la grada croata de Burdeos.