Desde que Joachim Löw se hizo cargo de la selección alemana, siempre, desde el Mundial de su país en 2006, el combinado germano ha estado presente, como mínimo, en todas las semifinales de las grandes competiciones internacionales.

Löw accedió al cargo el 12 de julio de 2006, después de que Jurgen Klinsmann renunciara al banquillo tras el Mundial. En aquel torneo, Alemania llegó hasta la penúltima ronda y fue derrotada por Italia. Y aunque Löw todavía no era el primer técnico, sí ejerció de segundo en aquella etapa en la que, junto a Klinsmann, crearon las bases de un equipo que siempre cumple. Es eficiente hasta el máximo y sólo la aparición de la mejor selección española de la historia y de la siempre incómoda Italia, privó a Alemania de obtener más trofeos.

Los datos con Joachim Löw en el banquillo son magníficos. Alcanzó la final en la Eurocopa de Austria y Suiza 2008, las semifinales del Mundial 2010 de Sudáfrica y las de la Eurocopa de Polonia y Ucrania 2012. Y, además, se proclamó campeón del Mundial de Brasil 2014.

La victoria alemana el sábado frente a Italia en una agónica tanda de penaltis volvió a encumbrar a Löw, que por sexta vez consecutiva accede a la penúltima ronda de una competición. Su secreto es simple: siempre mira de reojo a los jóvenes cachorros alemanes y no duda en darles juego combinándolos con los veteranos.

Con él al frente de Alemania han emergido varias generaciones de futbolistas. La de Özil, Khedira, Kroos, Höwedes, Boateng, Hummels y Müller se encuentra en su mejor momento, entre los 26 y los 29 años. Comparten vestuario con otra que se apaga pero que ha tenido mucho fuelle, la de Schweinsteiger, Podolski o Mario Gómez, y con la que viene pegando fuerte con Draxler, Götze y Kimmich.

Atrás quedaron nombres ilustres como Lahn, Mertesacker, Klose, Lehman, Neuville o Metzelder, sin que su salida supusiera un trauma. La renovación ha sido constante y buena. Y, además, practicando un fútbol vistoso, eléctrico y digno de los mejores días del fútbol alemán.

En la etapa de Löw, solo algunos pudieron hacerle frente. Su primera decepción, con Klinsmann al cargo, se la dio Italia, en las semifinales del Mundial de Alemania. Desde el puesto de segundo entrenador vio como el conjunto azzurro ganó 0-2 con goles en la prórroga de Grosso y Del Piero.

Después, llegó el ciclón español y Alemania se quedó con la miel en los labios. En la final de la Eurocopa de 2008 el equipo de Luis Aragonés dio un repaso en la final al cuadro germano y ganó 1-0 con un gol de Fernando Torres que cerró el camino hacia el primer título de Löw.

La etapa dorada de España volvía acabar con Alemania en Sudáfrica 2010, esta vez en semifinales con aquel cabezazo de Puyol que dejó en la cuneta al equipo de Löw, que aún tendría que vivir otra decepción dos años después a manos de Italia en las semifinales de la Eurocopa de Polonia y Ucrania.

Por fin, en el Mundial de Brasil, el fútbol recompensó el trabajo de Löw cuando Mario Götze le daba la Copa del Mundo con su gol ante Argentina en la prórroga. Ahora busca un segundo trofeo, pero para ello deberá primero encontrar una solución a la baja por sanción de Hummels y por lesión de Khedira y Mario Gómez.