Tener como compañero y rival a un doble medallista olímpico como Saúl Craviotto -campeón en Pekín 2008 y Londres 2012- es un arma de doble filo. El coruñés Carlos Arévalo chocó contra él en su intento de clasificarse para Río en el barco individual (K1 200 metros) y vio como le daban su asiento en el doble junto a Cristian Toro, con el que había realizado buena parte del ciclo olímpico, incluso con una final del Mundial y otra de los Juegos Europeos de la juventud a sus espaldas. Con 23 años, Tokio le llegará en plena madurez deportiva.