"Todas las luces del avión se apagaron y comenzó a caer". Así contaba ayer la auxiliar de vuelo Ximena Suárez, uno de los seis supervivientes de la tragedia, los instantes previos al impacto contra el suelo cerca de Medellín del avión de Lamia en el que viajaba el club brasileño de fútbol Chapecoense, procedente de Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) y que dejó 71 muertos y 6 supervivientes. Un accidente que según diversas fuentes apuntan a que pudo haber sido causado por una falta de combustible y un error en la comunicación del capitán de la aeronave con la torre de control. Al cierre de esta edición ya habían sido identificados más de una treintena de cadáveres.

Juan Sebastián Upegui, copiloto de un avión de Avianca que volaba a Medellín esa misma noche, aseguró que escuchó por radio al piloto del avión accidentado, Miguel Alejandro Quiroga, decirle a la torre de control del aeropuerto internacional de Medellín: "Tenemos problemas de combustible".

Upegui agregó que escuchó a una controladora decir al avión de Lamia que "había una emergencia con otro avión. El piloto (de Lamia) siguió bajando y nosotros vimos pasar el avión. Luego se declaró en emergencia y dijo que tenía falla total eléctrica y enseguida empezó a gritar ayúdenos, ayúdenos. Cuando la controladora quiso entablar una nueva conversación ya no respondió nadie. A la controladora se la oía llorar", cuenta Upegui.

Otro piloto de Avianca que también sobrevolaba la zona señaló por su parte que "cuando el avión de Viva Colombia declaró la emergencia, a todos los aviones que veníamos entrando nos pusieron a dar vueltas sobre la zona. El piloto del avión del Chapecoense le preguntó al controlador aéreo si iba a tener mucha demora para aterrizar, y a los dos o tres minutos pidió prioridad porque tenía problemas de combustible".

Este piloto recuerda que, como había dos aviones abajo de él, el avión accidentado tenía el turno número tres para aterrizar. "Fue entonces cuando comenzó a gritar, a pedir por favor que lo dejaran aterrizar, y comenzó a descender. El controlador nos sacó a nosotros y a otro avión de la trayectoria para que pudiera pasar, y fue entonces cuando dijo que tenía un fallo total en la electrónica. Se le acabó el combustible, se le apagaron los motores y el avión quedó a oscuras y cayó sin control".

Preguntados ambos pilotos por qué el piloto de Lamia no habría pedido una declaración de emergencia reconociendo que no tenía combustible suficiente, coincidieron en que "tendría miedo a que esa mácula quedara marcada en su expediente. Además, a él se le impondría una multa de 25.000 dólares y otra a la compañía por volar escasos de combustible", comentaron.

El avión accidentado era un modelo Avro Regional Jet 85 que, según Julio Consuegra, autor del libro Principios y Fundamentos de Aviación, tiene una autonomía máxima de 3.000 kilómetros, y el recorrido entre Santa Cruz de la Sierra y Medellín era de 2.960 kilómetros. Consuegra concluye por lo que "en cuanto estuviera un minuto de más en el aire se habría quedado sin combustible".

En España, y además de guardarse un minuto de silencio con motivo del accidente el fin de semana en todos los partidos de Liga, todas las retransmisiones televisivas de LaLiga llevarán un distintivo de duelo.