"Mi jugador favorito del Liceo es Marc Coy porque chuta desde el estadio y le llega a la playa", decía un niño camino del Palacio de los Deportes de Riazor. Esa potencia del delantero catalán, que marcó el 2-3 desde el centro de la pista en el último minuto del partido contra el Benfica, deja con vida al Liceo en la eliminatoria de cuartos de final a la espera del partido de vuelta, que será en el infierno lisboeta el próximo 1 de abril. El de ida fue un partido que los verdiblancos tuvieron controlado en el primer tiempo, cuando llevaron el ritmo que ellos propusieron, pero que se le complicó al sacar petróleo los portugueses de las acciones en el segundo palo. La remontada visitante, del 1-0 al 1-3, dejó al conjunto coruñés noqueado mientras en la grada los ultras lusos encendían dos bengalas hasta la intervención de la policía. La reacción coruñesa en el tramo final fue sobresaliente. No se rindió, tuvo fe y encontró su premio. Ahora quedan otros 50 minutos.

El duelo comenzó sin tregua. Aún no se habían cumplido los tres minutos de juego y ya había habido dos ocasiones claras en cada puerta. Las posiciones eran claras. Verticalidad pura y dura. Nada de especulaciones. Nada de tiempo para pensar. Atacar o morir en el intento. Cada vez que Josep Lamas recibía la bola, se giraba y se encaraba con Guillem Trabal. Aunque con el paso del tiempo el ritmo bajó un poco. Si seguían así, iba a ser imposible llegar al minuto 50. Habían disputado los diez primeros como si fueran los diez últimos. El Benfica buscaba la eficiencia máxima. Sin desgastarse, encontrar un fallo, una grieta por la que poder entrar. Pero más por fallos del rival que por méritos propios. La tuvo así Carlos Nicolía, que le robó la cartera a David Torres en el centro de la cancha. Xavi Malián aguantó en el mano a mano.

En un minuto los portugueses se encontraron con dos ocasiones muy claras, con Malián como salvador. El Liceo respondió con el gol, un potente chut de media distancia, desde la derecha, de Henrique Magalhães. El conjunto local estaba muy tranquilo y mantenía a los jugadores frescos. Ya había hecho tres rotaciones antes de que el Benfica realizara la primera. Cuando entraron en pista Jordi Adroher y Tiago Rafael, los portugueses encontraron un filón. Empezaron a darse cuenta de que a los locales les costaba cubrir el segundo palo. Pudo llegar el empate así, en la siguiente jugada Marc Coy se estrelló contra al palo, y a continuación, Rafael hizo el 1-1 precisamente al rematar a placer una asistencia en el segundo palo.

Empezó entonces otro partido, a veces marcado por lo que pasaba en la grada. Unos cuarenta ultras de Benfica, que acababan de hacer acto de aparición en el Palacio de los Deportes de Riazor, encendieron una bengala en el interior del recinto para celebrar el gol. La afición local respondió con pitos y entre tanto se llegó al fin de la primera parte con un empate que dejaba cierto sabor amargo. Más cuando el segundo acto se abría con una fotocopia del tanto lisboeta, aunque esta vez obra de otro Rafael, Diogo, que también se aprovechó de la debilidad en el segundo palo. Los hinchas portugueses volvieron a quemar una bengala. La indignación coruñesa fue en aumento hasta que fue necesaria la intervención de las fuerzas de seguridad, que se quedaron vigilando a los aficionados problemáticos. Y en esta incertidumbre el Liceo recibió el tercero, otra vez Diogo Rafael.

El golpe fue durísimo. A los verdiblancos les costó rehacerse. Estuvieron unos minutos noqueados, buscando una explicación a lo que estaba pasando. Carlos Gil introdujo a Joan Grasas, ya no como revulsivo, sino para dar orden, un poco de contención. No duró mucho sobre la pista porque vio tarjeta azul. Fue el catalizador del despertar liceísta. Xavi Malián fue rapidísimo para frenar el avance de Carlos Nicolía en la directa. Y con solo tres jugadores -Carlo di Benedetto, César Carballeira y Henrique Magalhães- incluso pudo marcar. Cuando recuperaron la igualdad, quedaban cinco minutos que fueron un toma y daca continuo, con más insistencia del Liceo y premio para Marc Coy, ya en el último minuto, que con un disparo casi desde el centro de la pista hizo un 2-3 que deja la eliminatoria abierta.