Liceo a torre de control. El equipo verdiblanco busca pista para despegar tras los intentos fallidos en Las Rozas y en Elviña II contra el Bigues i Riells. Ambos partidos acabaron en goleada pero dejaron motivos para la esperanza. Hay que seguir trabajando e insistiendo. Reconciliarse con el gol. Hoy en Vilanova (21.30 horas) el conjunto que dirige Stanis García tiene una nueva oportunidad para empezar a sumar y salir de la posición de colista. Se enfrentará a un equipo con bajas importantes, que dio la campanada en la pretemporada al ganar la Copa Penedés y que en el inicio de la competición se impuso al Girona y la semana pasada perdió ante uno de los favoritos, el Voltregá.

El Vilanova fue uno de los rivales directos por la permanencia de la temporada pasada. De hecho, la victoria en Elviña II (1-0) dejó tocadas a las catalanas, que tras el partido parecían llorar el descenso. Después, se salvaron incluso antes que las coruñesas, que tuvieron que esperar a la última jornada para certificar la prolongación de su sueño al imponerse al Mataró. La internacional argentina Daiana Silva, que será baja por una lesión que le hará pasar por quirófano, es una de sus referencias, pero también lo es la ex del Liceo Cata Flores, con la que esta noche se reencontrarán, pero desde el otro lado de la pista.

La internacional chilena reforzó a las verdiblancas para su primer año en la OK Liga femenina y fue la segunda máxima goleadora del equipo con once tantos, solo superada por la capitana María Sanjurjo, que marcó doce. Llegó a A Coruña tras disputar el Mundial de su país, en Iquique, en el que fue la pichichi. Y se marchó también tras el Mundial del pasado verano, que se disputó en China cuando parecía que su destino seguiría siendo la ciudad herculina. Su salida se nota porque le daba a la plantilla la experiencia de la que carecía. Ahora tienen que asumir ese rol tanto Sanjurjo como Lucía Paz y María Castelo, así como la portera Guscin, que deben servir de guía a sus compañeras nuevas y que debutan en la máxima categoría nacional.

Entre ellas destaca Lucía Yáñez. Se ha ganado un puesto en el cinco inicial y demuestra mucho desparpajo aunque al igual que al resto del equipo, se le encoge el brazo a la hora de disparar. Técnicamente no es una debutante en la OK Liga femenina porque ya había formado parte del Borbolla que llegó a la elite. Sin embargo, no era más que una niña de 13 años. Ahora con 17, su juego ha crecido y puede asentarse entre las grandes. También debutó Naiara Vaamonde que marcó ante el Las Rozas. Y precisamente gol es lo que necesitan las verdiblancas. La semana pasada dominaron el primer tiempo, sin premio, y el Bigues le sentenció la contra. Una lección de la que aprender.