El Voltregá se ha convertido en la bestia negra del Liceo en esta temporada. Le eliminó en los penaltis de las semifinales de la Supercopa de España y ayer le infligió la primera derrota del curso en el Palacio de los Deportes de Riazor. Mal menor porque los verdiblancos no perdieron el liderato. El Barça empató en el Palau Blaugrana, con un gol del Noia en el último minuto del partido (2-2), por lo que no pudo superar en la clasificación en el cierre de la primera vuelta al conjunto coruñés, que se proclamó campeón de invierno de la OK Liga pero ya con solo un punto de margen sobre los azulgrana.

El primer encuentro después de las vacaciones siempre es complicado. Al Liceo se le atragantó, pero también el Voltregá tuvo parte de culpa. Hizo el partido que necesitaba para plantar cara a un equipo con un potencial ofensivo como el del Liceo. La estrategia era clara, encerrarse atrás, aguantar el chaparrón y aprovechar las contras. Parece fácil, pero hay que llegar y hacerlo. Defensivamente la intensidad mantenida fue constante y los cuatro jugadores blanquiazules estaban muy juntos, pegados, todos delante del área, creando una maraña de piernas y sticks que se convirtió en una muralla. Blai Roca hizo el resto con paradas de excepción, pero también tuvo ayuda del palo, que evitó cuatro veces el gol local, tres en la primera parte y una en la segunda.

Pero quizás no hubiese sido suficiente si al Liceo no le faltara un poco de su frescura y velocidad habitual, con evidentes gestos de frustración en diversos momentos del partido, sobre todo hacia el final. En la primera parte fue superior y pudo sentenciar. Tuvo dos penaltis, uno se lo paró Roca a Eduard Lamas y otro Sergi Miras lo tiró fuera. Y las ocasiones se sucedieron sin acierto. Sí marcó el pequeño de los Lamas para abrir el marcador tras un pase medido de David Torres, que supo esperar al momento adecuado para asistir a su compañero. Poco después empató Ignasi López, con un rechace en el primer palo. Carlo di Benedetto, con buenas acciones defensivas, no tuvo su día en ataque. Desaprovechó unas cuantas ocasiones y al descanso se llegó con el empate.

Nada más abrirse el segundo tiempo, jarro de agua fría con el segundo visitante, de Petxi Armengol. Y pudo ser peor, pero Malián detuvo una directa a Teixidó. Al Liceo le entraron las prisas. Se fue arriba, lo intentó de todas las maneras, pero no era su día. Descuidó además la defensa y el Voltregá podía sentenciar a la contra. Xavi Malián fue entonces su seguro de vida, el que paraba todo, se levantaba y pedía el apoyo del público y la implicación de sus compañeros. Cuando ya moría el duelo, Gerard Teixidó encontró el único hueco para batir a Malián. El 1-3 ya parecía definitivo. Los gestos eran de derrota, pero había quien no se rendía. Los dos campeones del mundo liceísta también lo son por algo. Malián salió de su portería, de pie, inmenso, robó la bola y en la contra Eduard Lamas entró con todo para el 2-3. Quedaban 20 segundos para seguir intentándolo. Además el Voltregá estaba con nueve faltas. Pero el milagro se resistió.