La Vuelta a España volverá a apostar por un perfil montañoso y unos finales explosivos que mantengan la emoción en su 73ª edición, presentada ayer en Estepona (sur de España).

El pelotón tomará la salida el 25 de agosto desde el museo Pompidou de Málaga para acabar tres semanas después en Madrid, tras recorrer 3.271,4 km en 21 etapas, nueve de ellas con finales en alto.

En su apuesta por el espectáculo, la ronda española vuelve a fijarse en la montaña, que se ha convertido en una seña de identidad, incluyendo las nuevas cimas de Alfacar, Les Praeres y el Monte Oiz.

Hasta 46 puertos tendrán que afrontar los corredores en una carrera, que nueve años después comenzará con una contrarreloj individual en lugar de una por equipos.

Ya desde la segunda etapa, el pelotón se encontrará con la montaña en la subida al Caminito del Rey, como prólogo de una primera semana en el que los aspirantes a la victoria no podrán descuidarse.

En esta primera semana por el sur de España, los corredores subirán en la cuarta etapa al inédito alto de Alfacar, de primera categoría y con rampas de hasta el 14%, en el que los favoritos no podrán descuidarse.

La vuelta seguirá por tierras de Andalucía y Murcia con etapas favorables para los velocistas antes de girar al norte, para meterse en tierras castellano-manchegas, donde en la 9ª etapa, el pelotón ascenderá al alto de la Covatilla, tras recorrer 195 km.

La carrera se dirigirá después hacia Galicia donde llegará a Estaca de Bares y Mondoñedo. Más tarde girará al este para entrar en la montaña cantábrica y su trío de llegadas consecutivas en alto.

Los corredores subirán al alto de la Camperona en la 13ª jornada, antes de afrontar Les Praeres, una de las novedades.

El tríptico montañoso cantábrico se cierra con los Lagos de Covadonga, donde se impuso en 2016 el colombiano Nairo Quintana, a la postre ganador de la Vuelta ese año.