El Liceo también sabe sufrir y sacar el carácter cuando todo está en su contra. Estaba acostumbrado a ganar con comodidad, casi sin oposición, y ayer entre que el Palafrugell jugó bien sus cartas y que la bola parecía tener algo en su contra, se vio ante un escenario casi desconocido. Casi, porque la derrota contra el Voltregá fue en un partido muy similar y el Liceo demostró haber aprendido la lección. Los catalanes se pusieron dos veces por delante prácticamente en las únicas ocasiones con las que contaron. Los coruñeses, sin Carlo di Benedetto, que arrastra problemas en un hombro, parecían negados con el gol. Con todo en contra, no cayeron en la desesperación y lograron cuatro veces en ocho minutos lo que se les había resistido en más de 30: marcar. Todo para una victoria más, la decimosexta, que le permite volver al liderato y mantener la ventaja de un punto con el Barcelona.

El partido tiene una difícil lectura porque ya parecía inexplicable que el Liceo no fuera ganando por cuatro o cinco goles al descanso. César Carballeira se echó el equipo a la espalda en la primera parte. Ya es habitual que se muestre incombustible en defensa, pero ayer también lo hizo en ataque. Abría espacios, daba asistencias y buscaba la portería una y otra vez. En los primeros quince minutos, la pista no parecía plana, sino un frontón. El Palafrugell solo probó a Xavi Malián en dos ocasiones, prácticamente una y media porque la segunda fue un disparo tímido y sin intención. Pero la primera supuso un aviso serio. Una contra con la que, con mucha facilidad, los visitantes le cogieron la espalda a los verdiblancos y obligaron al meta local a sacar a relucir una de las paradas mágicas de su variado repertorio.

A la tercera va la vencida y el Palafrugell, por medio de Xavier Aldrich, lo cumplió. El equipo catalán estaba bordando el guión. La sombra del Voltregá planeó por Riazor. El equipo coruñés se puso nervioso. Había tenido tan poco trabajo que en veinte minutos solo había hecho cuatro faltas. En los cinco minutos que restaban de la primera parte, duplicó esa cifra. David Torres y Josep Lamas intentaron a la desesperada el empate. La bola no logró sobrepasar la maraña de piernas y sticks que protegían la meta de Marcel Luzón. Es más, el Palafrugell pudo anotar el segundo. Malián, que salvó el gol, se levantó y salió de sus dominios para exigir una reacción.

Quedaba mucho. No había motivos para el pesimismo. El segundo tiempo arrancó con un gol anulado al Liceo y la décima del Palafrugell que David Torres no pudo convertir con la falta directa. Empezaban los nervios. La bola parecía que se resistía a entrar. En varias ocasiones se quedó a escasos centímetros de la línea de gol, como si allí hubiera un imán que la repelía. Además, el Liceo estaba con nueve faltas y el Palafrugell intentaba forzar la décima. Con ese escenario, el gol de Josep Lamas fue catártico. Lo celebró rojo de rabia, síntoma de lo que estaba costando sacar adelante el partido y de que la situación se estaba volviendo delicada.

Todavía no se habían acabado los sustos. La décima falta liceísta vino acompañada del 1-2. Gerard Pujol ejecutó a la perfección. Movió primero a Malián para los dos lados y cuando ya estaba en el suelo levantó la bola para batirlo por alto. Incontestable. El mazazo pudo haber sido definitivo. A los verdiblancos les había costado la vida marcar el primero y de nuevo necesitaban dos más para ponerse por delante. Y la bola parada se les volvió a atragantar con un penalti desperdiciado por Coy.

Pero es cuando los campeones sacan su carácter. En vez de hundirse, aumentó su agresividad. Las defensas fueron al límite. Eduard Lamas metía el cuerpo, robaba, lanzaba, iba a por todas. Los goles no llevaron su nombre, pero la remontada sí mereció su firma. Marc Coy empató con un disparo colocado sin potencia, la antítesis de sus habituales misiles. Dos minutos después César Carballeira finalizó una contra y otros dos más tarde Martín Payero se estrenó esta temporada con un chut. En ocho minutos los verdiblancos marcaron cuatro goles, los que se le habían negado hasta el momento. El Palafrugell despertó del sueño. Rozó la proeza. El Liceo respiró aliviado. Tres puntos más para la cuenta.