El partido contra el Valencia elevó la moral de un equipo hasta entonces deprimido, pero al mismo tiempo dejó la incógnita sobre el verdadero nivel de los blanquiazules. Ante el Espanyol, el Deportivo volvió a dar síntomas de aquel equipo plomizo incapaz de elaborar jugadas y ayer ante el Getafe confirmó que el conjunto que asombró hace dos semanas ha desteñido por completo. En Cornellá, los de Víctor Fernández perdieron el colorido y fueron un conjunto en blanco y negro, pero ayer directamente fundieron por completo a oscuro ante un Getafe que los desarboló a base de orden y contragolpes hasta el punto de poder humillarlo con un resultado escandaloso.

El Deportivo no se encontró cómodo durante el primer tiempo, siempre a contrapié del Getafe, que parecía un instante por delante de lo que ocurría en el partido. Los madrileños le cedieron por completo la iniciativa a unos deportivistas que ayer reunieron más peloteros sobre el campo que nunca. A Fariña, Cuenca y Medunjanin se les sumó un recuperado Juan Domínguez debido a la ausencia de Lucas Pérez por lesión. A pesar de ello, el equipo de Víctor Fernández fue incapaz durante los primeros 45 minutos de trenzar una jugada lo suficientemente elaborada como para amedrentar a los defensas del Getafe, ordenados y bien colocados unos metros por delante de su área.

El equipo extrañó la movilidad de Lucas tanto como Juan Domínguez su posición en el mediocentro. El centrocampista, lejos de su demarcación natural, pierde la perspectiva del campo que necesita y en la mayoría de las ocasiones se encuentra mal situado, obligado a completar largas carreras que lo desgastan. Víctor Fernández, sin embargo, volvió a colocarlo en la mediapunta y el partido comenzó a atragantársele por ahí a los deportivistas. Domínguez no ayudó en la presión a la medular del Getafe ni colaboró en la elaboración de las jugadas y el juego blanquiazul fue diluyéndose a medida que los visitantes comenzaban a disfrutar de ocasiones de gol.

El primero en avisar fue Lafita después de un resbalón inoportuno de Sidnei cuando se disponía a cortarle el paso. El exdeportivista se fue con facilidad hacia la portería de Fabricio y solo Wilk llegó para incomodarlo un poco antes de que disparase desviado sobre la portería de Fabricio.

El Deportivo fue destiñendo a medida que se incrementaban las llegadas del Getafe y comenzó a parecerse peligrosamente al equipo que encadenó una derrota tras otra antes de la resurrección contra el Valencia. Sin ideas y sin continuidad en el juego tampoco fue muy distinto al que empató la semana pasada contra el Espanyol, con el agravante de que defendió peor.

El Getafe comenzó a darse cuenta de la distancia entre las líneas deportivistas y empezó a aprovechar esa debilidad. Después de un córner en el que los blanquiazules perdieron la pelota, los visitantes montaron una contra que a punto estuvo de coger por sorpresa a la defensa al completo.

Los coruñeses sobrevivieron a esa, pero no a la siguiente llegada del Getafe. Yoda recibió en la banda derecha y le fueron dando metros hasta que avanzó prácticamente hasta dentro del área. Desde allí sacó un disparo ajustadísimo que Fabricio no alcanzó, golpeó en el palo izquierdo del guardameta canario y el propio portero lo introdujo en las redes.

Eso no provocó una reacción en los deportivistas. Más bien fue todo lo contrario. El equipo volvió a dar esos peligrosos síntomas de letargo que mostró en partidos anteriores y que tuvieron su expresión máxima contra el Sevilla en el Sánchez Pizjuán. Volvió a ser ese conjunto sin rumbo al que le cuesta encontrar respuesta a lo que sucede. No hubo rastro del equipo con iniciativa que asombró frente al Valencia y en el que algunos quisieron ver el verdadero potencial de los blanquiazules.

Antes del descanso el Deportivo tendría la oportunidad de empatar después de una buena combinación entre Fariña y Cavaleiro, pero también de irse al vestuario con un castigo mayor de haber aprovechado el Getafe alguno de los contragolpes de los que dispuso.

Víctor Fernández no otorgó la más mínima oportunidad al plan inicial tras el descanso y le dio la vuelta por completo al equipo. Wilk, que por momentos había sostenido a los blanquiazules durante la primera mitad, y Fariña se quedaron en la caseta; Juan Domínguez pasó al centro del campo; y entraron Canella y Postiga.

Lo que ocurrió, sin embargo, fue que el Getafe marcó el segundo a los 16 segundos de la reanudación y después de que los deportivistas volvieran a pecar de inocentes. Una pérdida de balón derivó en una carrera de Freddy por la izquierda y un servicio en bandeja para Lafita, que no perdonó dentro del área después de adelantarse a los defensas.

Poco margen de maniobra le quedaba a Víctor Fernández, salvo sacar del campo a un Cuenca que desesperó a la grada para y colocar a Toché como segundo delantero, así que lo que tuvo que soportar el equipo a partir de entonces fue una suerte de calvario y penitencia por todos sus errores.

Al Getafe le quedaba gestionar su ventaja consciente de que se encontraba ante un equipo tan desacertado con la pelota como inocente cuando la perdía. Aún pudieron aprovechar algún contragolpe más los visitantes, pero lo que se encontraron fue que Postiga acertó en una oportunidad después de disponer de dos bastante claras en la segunda mitad.

Con diez minutos por delante, el primero gol del portugués con la camiseta deportivista propició el arreón final con el que los blanquiazules maquillaron sus debilidades. Apenas sirvió para algo más el tanto a un equipo que ayer retrocedió de golpe dos semanas para volver a lo que tenía acostumbrado a sus aficionados en este comienzo de campeonato.