Esta jornada presenta el tercer envite bajo el mando de Víctor Sánchez a falta de seis escalones para el final, con las difíciles salidas a Bilbao y Barcelona en el lote, además de la de este mediodía ante el Málaga. La ilusión y la esperanza que generan los cambios de inquilino en los banquillos tienen que verse continuadas en el tiempo con una respuesta que sólo pueden dar los resultados o las sensaciones. La derrota más o menos previsible frente al Atlético de Madrid y el punto conseguido en Anoeta no parecen suficientes argumentos para hacer descansar tranquila a una afición tan abnegada y paciente, como preocupada por la falta de actitud (con C) en acciones puntuales y resignada por la impotencia mostrada; las arroutadas contra el crono más llenas de desesperación que de cabeza y el nulo control del juego tampoco dan para estar tranquilos. Hoy estará enfrente un Málaga fuerte en La Rosaleda, donde sólo ha sucumbido frente a Real Madrid, Espanyol y Almería. El equipo malacitano lleva diecinueve jornadas ininterrumpidas anclado en la séptima posición y luchando por un puesto que lo conduzca a Europa gracias a la solidez defensiva, la calidad en el medio del campo y el desborde que presenta en ambas bandas; con la mezcla de veteranos como Wellington o Sergio Sánchez y gente joven como Samu Castillejo o Juanmi que van a dar mucho que hablar en este mundo del fútbol profesional. Pero a estas alturas ya da igual quienes sean los rivales. La necesidad de sumar que tiene el Deportivo se antoja imperiosa y ya no se pueden hacer cábalas ni cuentas porque el margen de error es mínimo. Bien haríamos en pensar conseguir el objetivo de la permanencia en el campo. Contar con los descensos administrativos del Almería o del Elche puede ser tan irreal como contraproducente para nuestros intereses y además despistar a los protagonistas.