El Deportivo recibió ayer un baño de realidad, un jarro de agua fría después de la ilusión despertada tras los tres primeros compromisos de la temporada. En un partido de alternativas tuvo arrestos para revolverse y levantar un marcador en contra, pero acabó penalizado por sus propios errores defensivos. El resultado, poco predecible al comienzo si se atendía a que el Sporting aún no había estrenado su cuenta goleadora, recoloca el foco de las aspiraciones blanquiazules y demuestra que tampoco el objetivo de la permanencia será una meta sencilla en vista de cómo se desempeñan supuestas cenicientas como los asturianos.

Al Deportivo le duró la euforia acumulada en estos tres primeros partidos de la temporada lo que tardó Lora en desnudar a la defensa deportivista con una llegada por el costado izquierdo blanquiazul que nadie acertó a taponar. El lateral sportinguista midió los tiempos para adivinar la llegada de Sanabria entre Arribas y Sidnei, espectadores de la jugada como el resto de la defensa blanquiazul.

Aún no había digerido ese primer golpe cuando otra llegada de Lora por la izquierda noqueó por completo al equipo de Víctor Sánchez del Amo. No se habían alcanzado los diez minutos y el Deportivo ya perdía por dos goles. El guión fue el mismo que en el primer tanto: llegada, centro y remate, otra vez de Sanabria, completamente franco. A eso se añadió la convicción que puso Halilovic, un estilista a préstamo del Barcelona adaptado a las señas de identidad del equipo de Abelardo Fernández. También eso le faltó en el comienzo del encuentro al Deportivo.

En esos instantes la sensación en Riazor era que el Sporting podía anotar en cualquier aproximación a la portería de Lux ante un equipo blanquiazul completamente destemplado, mal colocado en el campo y a merced de recibir en cualquier momento otro sopapo más sin ni siquiera darse cuenta.

Al Deportivo le faltó en el comienzo del partido todo lo que había mostrado ante el Rayo Vallecano seis días antes. Lejos de llevar la iniciativa, estuvo a expensas de lo que propuso el rival; el plan le estalló en la cara antes de que le diera tiempo siquiera a ponerlo en práctica; y por encima de todo no tuvo la intensidad ni la intención de Vallecas ni la de Valencia.

A falta de fútbol, el Deportivo respondió con ganas. El equipo fue aproximándose al área del Sporting y Luis Alberto tuvo la primera ocasión en el minuto 16. Su disparo lo desvió Alberto, titular ayer por la lesión de Cuéllar en el calentamiento, y a partir de ahí los blanquiazules se meterían por completo en el partido.

El saque de esquina en el que derivó la jugada lanzado por Lucas Pérez y rematado a la red por Juanfran inauguró un nuevo partido, un intercambio de golpes entretenidísimo en el que el Deportivo se expondría más y terminaría por llevarse la peor parte. El ímpetu terminó penalizando a los blanquiazules, pese a que parecían tenerlo todo de cara cuando consiguieron empatar.

Al Sporting le descolocó el tanto de Juanfran y perdió la seriedad que había mostrado en el primer tramo del encuentro para recular sobre su portería. El Deportivo vio una oportunidad para combinar y recuperar la profundidad de anteriores partidos. No hubo sin embargo demasiada continuidad, en parte también porque el centro del campo no estuvo tan presente en las ayudas, ni en ataque ni en defensa.

Luis Alberto colocaría la igualada después de una buena maniobra en el área y un disparo pegado al palo del portero. El Deportivo había conseguido recomponerse, pero en lugar de dejar en la lona a un Sporting que se tambaleaba desatendió sus propias obligaciones.

Del tercer tanto blanquiazul en una llegada de Sidnei invalidada por fuera de juego se pasó a la ventaja del Sporting. Una contra conducida de manera magistral por Halilovic puso en evidencia todo el entramado defensivo del Deportivo. Y también a Pedro Mosquera.

El coruñés, excelente como director del juego deportivista, abusa en ocasiones de su perfil de jugador creativo, como si le costara ensuciarse en otros tareas o tuviera reparo en poner en entredicho su reputación. Eso se traduce en acciones en las que arriesga hasta la temeridad y errores como el del contragolpe de Halilovic. Mosquera no cortó esa acción con contundencia y eso le costó el tanto a los deportivistas.

Colaboró la pésima basculación de la defensa, que se inclinó por completo hacia la izquierda y dejó todo el carril derecho para la incorporación de Menéndez. Laure había perdido a su par y no encontró la colaboración de Juanfran para taponar una vía de agua que le costó el partido a los deportivistas.

En el ambiente, sin embargo, flotaba la sensación de que un nuevo arreón podía devolver al equipo de Víctor al partido. No lo hubo, en parte porque el plan desde el banquillo fue contemporizar y buscar un juego más calmado, más elaborado. El Deportivo encontró el camino hacia la portería de Alberto y Lucas tendría de nuevo la igualada en un disparo dentro del área que el portero sportinguista desvió lo justo como para que lo escupiera el palo lejos de la meta. Todo el peso del encuentro recayó entonces en los coruñeses, a quienes el esfuerzo de remar siempre contra corriente le empezó a pasar factura. Jonathan Rodríguez no aportó el refresco ni el peligro esperado y las ocasiones deportivistas decayeron. Lo más cerca que se estuvo de la igualada fue en una acción de Lucas en la que cedió la pelota a Arribas, incorporado al balcón del área. Al central se le apagaron las luces delante de la portería rival y con ellas las ilusiones deportivistas.