Lucas. Gol. Euforia. Esperanza. Así revivió Riazor ayer, casi en el minuto 80, en la recta final. Cuando muchos habían asimilado la derrota ante el Athletic de Bilbao, llegó el coruñés para levantar al público y luchar por la remontada. No llegó, pero el Dépor consiguió un punto. Como por arte de magia, sonrisas en todos los rostros.

Los primeros comentarios de los aficionados que ayer acudieron a Riazor ponían en duda la alineación de Víctor Sánchez del Amo. Aún así confiaron, como ya lo hicieron en anteriores ocasiones. Pero esta vez parecía que esos cambios ralentizaban a un Deportivo a veces acorralado por los leones.

Riazor se enfureció pronto y le costó quitarse ese mal sabor para disfrutar del fútbol. Cuando Iñaki Williams hizo el primero del Athletic, Luis Alberto se encontraba tendido en el suelo, doliéndose. A la afición blanquiazul le pareció sucia la acción, pero el gol subió igualmente al marcador. Desde ese momento, más silbidos que aplausos. Los deportivistas discutieron continuamente las decisiones del árbitro, Jaime Latre, quien se empeñó en castigar más a los blanquiazules y obvió las perdidas de tiempo de los bilbaínos.

Fue en el 79 cuando pareció pararse el tiempo. Aunque ya en la primera parte los coruñeses habían sufrido con los dos palos de Luis Alberto. Tan cerca, tan lejos. El Deportivo llegó a desesperar a sus seguidores, que miraban impacientes el reloj con ganas de irse a casa y olvidar la derrota. Ahí apareció Lucas Pérez, que hizo el 1-2 y enloqueció Riazor. Todos en pie, hasta los azafatos del Deportivo seguían nerviosos el choque desde la parte más alta de Tribuna.

De repente, un partido completamente distinto. La grada empujó y el Dépor se metió en el área de Iraizoz. Oriol Riera estuvo a punto de poner fin a su sequía, pero el balón se escapó por la línea de fondo. Ante los ojos de 26.329 espectadores, el equipo de Víctor Sánchez creyó, confió y se empeñó en sumar. Fede Cartabia actuó de revulsivo y, a solo un minuto de acabar el tiempo reglamentario, Arribas se vistió de héroe haciendo el segundo gol. Un punto y miles de sonrisas. Este Dépor funciona.