El Deportivo dio en La Rosaleda un paso atrás inesperado. Del equipo de las primeras jornadas no hubo apenas rastro y retrocedió hasta los peores momentos de la temporada pasada. Sin una idea clara, perdido y a merced del rival, recordó a su versión más pobre. Tampoco tuvo la capacidad de reacción que exhibió cuando se vio con el agua el cuello en los partidos más comprometidos hasta la fecha. Una mala noche o quizá una renuncia en el peor momento posible, cuando se acerca un tramo del campeonato en el que deberá enfrentarse a conjuntos con mayores aspiraciones. Son ya tres jornadas las que acumula sin ganar (dos empates y una derrota) y el viernes visita Riazor el Atlético, con el derbi ya en el horizonte.

►Poco atrás, nada arriba. La personalidad del Deportivo el año pasado era la de un equipo roto por el desequilibrio. Los problemas defensivos ensombrecían la poca soltura que mostraba en ataque. Ese fue el guión el sábado en La Rosaleda, donde se pasaron muchos apuros atrás casi desde el comienzo y faltó iniciativa para encontrar a los jugadores más ofensivos. La solidez sobre la que se apoyó el conjunto de Víctor Sánchez en las ochos primeras jornadas se transformó en dudas y cualquier situación (balones largos, juego por bandas y acciones a balón parado) se tradujo en peligro para los blanquiazules. Faltaron ayudas y también la intensidad mostrada hasta la fecha.

►Sin velocidad, sin peligro. A medida que han ido pasando las jornadas se ha ido asentando la idea de que el equipo como se encuentra más cómodo es explotando la velocidad para crear peligro. Para ello necesita de la seguridad que le aporta su estructura defensiva y de las ayudas en la presión de los jugadores de mediocampo. Sin eso todo el planteamiento se desmorona, en espera de que pueda surgir el talento individual de los jugadores más importantes. Pero el sábado ni Lucas, ni Cartabia, ni Fayçal estuvieron inspirados.

►El papel de Oriol Riera. El carrusel de rotaciones de Víctor Sánchez volvió a colocar al delantero como titular, que abundó en su mala racha. Todavía no se ha estrenado esta temporada y mandó su mejor ocasión al palo, pero por encima de todo dejó la sensación de que no termina de encontrar su sitio y que el equipo tampoco es capaz de hallar la manera de sacarle partido. Los balones en largo, más que en un recurso, se convirtieron en el único argumento para que el delantero participase, pero se encontró también con que su ritmo no se adapta al de jugadores con más tendencia a encarar y a asociarse rápido como Lucas o Cartabia.

►La pizarra de Víctor. El técnico presume de adaptar el trabajo semanal al rival, pero el sábado dejó el primer manchón de la temporada. El planteamiento no fue el acertado para frenar las incorporaciones por los costados del Málaga y tampoco hubo rectificación desde el banquillo como ocurrió ante el Athletic hace una semana. La papeleta también será para el técnico, al que ahora se analizará con mayor detenimiento para comprobar la capacidad de maniobra que tiene y la cintura que maneja.