Lucas es últimamente lo más parecido que hay en A Coruña a un genio de la lámpara. Ni él pudo sostener al Dépor. Hace un mes este grupo era un soberbio equipo coronado por una magnífica individualidad, ahora es un conjunto que sobrevive a la espera de que su delantero haga magia. Muchos han sido los avisos y el Levante fue más crudo aún espetándole a la cara su realidad inmediata. Le dominó, tiene que dar gracias de haber empatado ante el colista. Toca reflexionar y hacer caso a las señales mientras saborea un punto agridulce.

El Dépor salió vestido con el mono de trabajo al Ciutat de Valencia. Las urgencias del Levante hacían presagiar un duelo incómodo y así fue para los blanquiazules. Su rival empujaba, el Dépor cedía espacios alentado por lo suelto que se siente corriendo. Vertical, vertical y vertical. Hace un tiempo mezclaba ese repliegue con una punzante presión arriba y esa versatilidad le convertía en un equipo muchísimo mejor. En esta versión agazapada, es más dependiente de Lucas y se muestra continuamente a merced. Contra el Atlético es lógico, ante el Levante asaltan las dudas. Eso sí, cuando enseña los dientes hace daño. Y así fue capaz de encontrar una pepita de oro en un primer tiempo sin excesivo lustre y mucho sudor.

Jonás fue capaz de hacerlo fácil y buscar a su líder al espacio. El desmarque de Lucas fue de manual, su control y conducción ya dejaron más que desear. Dio lo mismo. El coruñés está de dulce y fue capaz de, mientras perdía la ventaja, hacerse un hueco y superar a Rubén con un remate poco ortodoxo. 0-1. Y el zurdo ya corría hacia la grada de su gente. A celebrar. Siete goles no los hace cualquiera.

El 0-1 llegó casi sin merecerlo y a partir de ahí es cuando se notó realmente la ausencia del Dépor. Ese equipo exuberante del principio de Liga sabía correr, también templar con el balón. A su rival le iba la vida y los coruñeses solo supieron estar a merced, con cierto orden y a la espera de que el colista justificase su mala puntería. Pan para hoy, hambre para mañana.

Lo que alentaba al deportivismo era el resultado y la posibilidad de un cambio. Si lo hubo, fue a peor. El inicio del segundo acto fue un monólogo granota. Era cuestión de tiempo que llegase el empate. El equipo valenciano se hartó de fallar y tuvo que llegar la igualada en un error individual de una barrera. La manera más inesperada. Una casualidad que constataba una realidad. Llevaba muchos minutos el Dépor mereciendo tal castigo.

El gol y los cambios templaron el duelo. La entrada de Juanfran y Oriol equilibró al Dépor, que subió sus líneas unos metros. Se igualó la contienda. El Levante pagaba el esfuerzo y se tomaba un respiro. Los coruñeses atacaban y se defendían con el balón, algo que tenían que haber hecho media hora antes.

Llegaron en parte a cambiarse los papeles. El Dépor pedía la pelota, su rival los espacios. Se fabricó otras dos maravillas Lucas, una con la ayuda de Mosquera. Estuvo a punto de volver a conceder un deseo. No hubo suerte. Hasta los ángeles de la guarda tienen sus cuotas. Después del sofocón hasta Víctor se vio con posibilidades de ganar. Cani disfrutó de los últimos minutos con la idea de hacer daño por la banda derecha. Nada se movió. Mucho más tendrá que hacer el Dépor, el rey del empate, para merecer una victoria. Riazor y el derbi le esperan.

FICHA TÉCNICA (Levante-Deportivo, 1-1)

Levante: Rubén, Pedro López, David Navarro, Feddal, Toño, Simao, Morales (Verza, m.79), Camarasa, Lerma (Víctor Casadesús, m.46), Rubén García y Roger (Ghilas, m.66).

Deportivo: Lux, Laure (Cani, m,88), Arribas, Sidnei, Fernando Navarro, Fede Cartabia (Juanfran, m.59), Borges, Mosquera, Fayçal, Jonás (Oriol, m.59) y Lucas Pérez.

Goles: 0-1, m.23: Lucas Pérez. 1-1, m.53: Camarasa.

Árbitro: Del Cerro Grande (colegio madrileño). Amonestó por el Levante a Toño, Rubén García, Victor Casadesús y Simao; y por el Deportivo a Arribas y Fernando Navarro.