Casi sobre la bocina y después de una pifia del portero del Levante, el Deportivo estuvo a punto de llevarse un partido que se le atragantó la mayor parte del tiempo. Sin continuidad, superado en algunos momentos y dominado la mayor parte del tiempo, tuvo la victoria en una acción desafortunada de Rubén. De milagro también no salió trastabillado de la visita al Ciutat de Valencia antes de un compromiso tan trascendente como el que representa el que afrontará contra el Celta en apenas dos semanas. Hubiera sido un golpe mayor al que ya supone sumar el quinto partido consecutivo sin ganar, agravado por la sensación de que el equipo ha perdido fuelle desde ese ilusionante mes de septiembre.

El Deportivo ya no es el equipo dominador que asombró ante Rayo Vallecano, Betis o Espanyol. Ahora es un conjunto más previsible, menos cohesionado y sobre todo mucho más lento. La distancia entre líneas se ha agigantado de tal manera que jugadores importantes en el funcionamiento colectivo se diluyen. Mosquera apenas participa, ni ofensiva ni defensivamente, y Fayçal pierde protagonismo y ya no funciona tanto como ese engranaje en movimiento perpetuo. Lo que mantiene al equipo es el permanente estado de gracia en el que se encuentra instalado Lucas Pérez, otra vez goleador y de lo poco rescatable ayer en Valencia.

Tiene deberes por delante Víctor Sánchez del Amo de cara a ese derbi contra el Celta, en parte porque los blanquiazules también carecen de ese sello implantado por el técnico desde el comienzo del curso. El Deportivo ha perdido también solidez y sufre en defensa, como le ocurrió ayer ante un Levante sin recursos ofensivos llamativos, y buena parte de esa pizca de atrevimiento que le hacía resultar peligroso para los rivales y muy atractivo para el espectador. Tendrá también que corregir esa querencia hacia los empates que ha adquirido en las últimas jornadas. Suma ya seis, muchas para alguien que aspira a la permanencia por cuanto terminan penalizando en la clasificación.

Ayer tenía la oportunidad de volver a ganar después de las tablas ante el Atlético, motivadoras por el contrario y por cómo se terminaron produciendo. El rival, colista y con un cambio reciente de entrenador, invitaba a conseguir un resultado con el que recargar el depósito de buenas sensaciones después de varios marcadores decepcionantes. Al Deportivo, sin embargo, volvió a faltarle la ambición para tomar la iniciativa y la versatilidad necesaria para sacudirse el empuje de un rival muy limitado por sus circunstancias.

De inicio, los coruñeses cedieron la pelota al rival, quizá esperanzados de que las urgencias de los granotas en la clasificación les permitieran aprovecharse de la ansiedad local. Eso facilitó los acercamientos iniciales deportivistas, que en el minuto cinco dispararían por primera vez a portería después de una jugada de Fede Cartabia partiendo desde el costado derecho.

No conseguía sin embargo imponerse el equipo de Víctor Sánchez, a la expectativa de lo que pudiera proponer el Levante. Aún así tendría la ocasión de adelantarse al cuarto de hora después de un saque de esquina de Fayçal y un remate de Sidnei que rebotó en un contrario antes de estrellarse en el palo.

A pesar de esas ocasiones, el dominio era de los locales, que a partir de entonces comenzaron a aprovecharse del inconsistente momento en el que se encuentra Germán Lux. Laure tuvo que salvar in extremis el remate de un contrario dentro del área ante la indecisión en la salida del portero argentino, que posteriormente arreglaría su mala actuación con los pies con dos intervenciones de mérito.

Las esperanzas de los deportivistas, huérfanos de un plan colectivo como los que exhibieron en otros compromisos a domicilio, parecían pasar por alguna jugada aislada, un error del rival o la inspiración de alguno de sus jugadores.

En ese último apartado no hay nadie más inspirado actualmente en el equipo que Lucas Pérez, congraciado con el gol e incluso con la buena fortuna. Ante el Atlético hace una semana hizo gala de su entrega al pelear un balón intrascendente que terminaría significando el tanto del empate y ayer corrigió una mala conducción de la pelota durante un contragolpe para adelantar a los deportivistas.

Un servicio de Jonás desde la banda rodeado de contrarios lo enfiló hacia la portería del Levante, pero no consiguió dirigir la pelota con fluidez y terminó resolviendo con un remate al palo del portero que amplió su sensacional inicio de campeonato.

El Deportivo tenía entonces el encuentro en franca ventaja, pero se achicó por completo. Ya sufrió en el tramo final de la primera mitad concediendo algunas oportunidades peligrosas, pero perdió por completo el rumbo después del descanso ante un Levante que encadenó llegadas a la portería de Lux sin apenas oposición.

La presión del centro del campo desapareció y los deportivistas se vieron a merced de los locales. El tanto del empate, sin embargo, llegaría después de un error impropio. Camarasa lanzó una falta y Fayçal, en su afán de protegerse, perdió de vista la dirección de la pelota, dejando el hueco por el que se colaría un lanzamiento con pinta de inofensivo para el portero argentino.

Dominado y sin respuesta la mayor parte de esa segunda parte, el Deportivo recuperaría el tono en el tramo final y aún tendría en la mano la victoria después de una ocasión de Lucas y del error de Rubén a disparo de Mosquera, pero le conviene espabilar para recuperar esa identidad que ha ido olvidando.