Manuel Pablo y Diego Tristán acumulan muchos derbis en sus piernas y en la memoria. Ayer se volvieron a sentar juntos en el banquillo de Riazor para disfrutar de los minutos previos al Dépor-Celta. Ellos saben bien lo que estos partidos significan. Y si no, basta con ver el ambiente, no solo del estadio sino también de toda la ciudad. Ya el jueves, las oficinas del club coruñés colgaron el cartel de entradas agotadas. 30.666 espectadores. La fiesta estaba asegurada.

Como en toda celebración, hubo un protagonista. El Deportivo recibió los elogios y aplausos de la gran mayoría del público, aunque el nombre más coreado fue el de Lucas. Otra vez. Ya son incontables las ocasiones en las que los deportivistas se han puesto en pie por el siete de Monelos. Ayer lo mereció. No solo por el gol, sino por la ilusión que generó con sus aproximaciones. La primera muy pronto, a los dos minutos de juego. Como loco celebró su tanto, al igual que los aficionados.

Los del Celta, aglomerados en un lateral de Preferencia Superior, no sabían como digerir el golpe. Intentaron hacerse escuchar, pero los cánticos deportivistas silenciaron por completo los celestes. Fue distinto en el exterior. Los seis autobuses que trasportaban a los aficionados visitantes llegaron a las 21.00 horas y aparcaron en avenida de La Habana. Allí sí se pudo sentir la euforia viguesa o por lo menos todo lo que permitieron los policías, muy atentos a cada detalle. Algunos célticos pisaron terreno coruñés, pero no pudieron entrar al templo deportivista por no poder identificarse ya que las autoridadaes exigían los DNI en la entrada al recinto. Otros perdieron su entrada por hablar de más. Un joven contestó de malas formas a un agente, que no dudó en prohibirle a este el acceso a Riazor.

De un momento a otro, la ilusión hecha añicos. Igual que les ocurrió al resto de sus colegas con el 1-0. Aunque al minuto siguiente recuperaron el aliento -por poco tiempo-. Navarro derribó en el área a Aspas y acto seguido Nolito se preparó para lanzar desde los once metros. Penalti. Miedo por una parte, esperanza por la otra. Ganó la primera. Lux detuvo el lanzamiento del jugador de la selección española. De los gritos de "fuera" que recibió el árbitro Alfonso Álvarez, la grada pasó a corear el nombre del portero argentino. Cierto es que recibió críticas en las últimas jornadas y que algunos extrañan a Fabricio, pero ayer se ganó el reconocimiento del público. Leyó los pensamientos de Nolito y supo exactamente hacia donde tirarse. Misión cumplida. Tocaba seguir remando. Y vaya si lo hizo el conjunto de Víctor Sánchez, consciente de que estaban en juego más de tres puntos.

Pero ese impulso no llegó solo. La afición fue el motor. El "Dépor, Dépor" del minuto 89 fue emocionane, pero lo que levantó de sus asientos a los coruñeses fue "el que baile, es un celtarra". Nadie quiso quedarse inmovil, salvo los celestes, que se esforzaban en alzar la voz. Sin resultado, como era de esperar. El único momento en el que se pusieron de acuerdo ambas aficioes fue justo antes de empezar el derbi. Por megafonía sonó el himno gallego y todos entonaron el "fogar de Breogán" para dar comienzo a la fiesta.

Del alboroto se llegó al absoluto silencio para homenajear a las víctimas de los atentados de París del pasado viernes día 13. A partir de ahí, todo fueron gritos, silbidos, aplausos y mucha alegría por parte herculina. Hasta la lluvia hizo acto depresencia, pero nadie perdió lasfeuerzas para seguir animando.

Aunque no hubo incidentes, no faltó la tangana propia de estos partidos con tanta rivalidad. Juanfran se dolía en el césped cuando nació una polémica que no tuvo mayor trascendencia. El colegiado resolvió con tajetas amarillas y el lateral pidió el cambio. Jonás, también ovacionado, entró en su lugar.

Los buenos gestos no escasearon. Lucas sintió una pequeña molestia en la segunda parte que resolvió tirándose al suelo y estirando, le ayudó Jonny sujetándole la pierna izquierda. Y no fue lo único bueno que hizo el del Celta ayer. Cuando ya se había cumplido el tiempo reglamentario, despejó un balón mientras Sergio se adelantaba a interceptarlo. El portero fue incapaz de dar marcha atrás y el gol supuso el 2-0 definitivo.

Estadio en pie y lo demás ya forma parte de un nuevo capítulo de la historia de los derbis. Pocos querían abandonar sus asientos, intentando alargar un momento único que tenía únicamente el sello blanquiazul. Fuera de Riazor, sonrisas y alabanzas para los jugadores que entrena Víctor. "Es que no son solo tres puntos", se escuchaba en las gradas. Algunos se guardaban los carteles blancos y azules del mosaico para no olvidar nunca ese momento.

Muere un seguidor de un infarto

El Deportivo informó anoche del fallecimiento de un seguidor blanquiazul de 51 años mientras presenciaba el derbi en Riazor a consecuencia de un infarto. Según comunicó el club, este aficionado "acudió por su propio pie al punto de atención de Cruz Roja en su grada y a la ambulancia, pero pese a los esfuerzos de Cruz Roja por reanimarlo en la avenida de La Habana, no pudo superar la parada cardíaca".