La vida es bella para el Dépor. Perdonó y el fatalismo le rondó cuando asomaba el descuento. No pasa nada. El equipo salió victorioso de Gran Canaria. Fue superior, pudo perder. Nada parece que pueda salir mal en esta eterna luna de miel que vive en los últimos meses. Los goles de Cani y Lucas refrendan la gran mano de Lux y le hacen dormir en zona europea. 21 puntos en un tercio de Liga no son una casualidad. El deportivismo es lo suficientemente sabio para saber de dónde viene, pero nadie puede ponerle coto a sus ilusiones.

El Dépor empezó el duelo como quien corre cuesta abajo. Es lo que tiene llevarse un derbi y haberse reafirmado en unos principios que parecían removerse tras más de un mes sin ganar. No era avasallador, pero sí dominador. Estaba muy suelto. La pelota volaba en sus pies y ni siquiera la necesitaba para crecer. Lo suyo era mover su acordeón, cambiar de marcha. A veces presión, a veces repliegue. Por momentos posesión para defender y descansar, y en otros correr y correr con balones al espacio. Es un equipo que se sabe el guión de su técnico y no puede encontrarse más cómodo con él.

Víctor, amigo de sorpresas en las alineaciones, repitió la apuesta del clásico. Más que nunca el duelo se presentaba como un choque de estilos. Setién teje sus equipos en torno a un balón. Todo lo contrario que el Dépor, para el que simplemente es un arma más. La obsesión amarilla por el fútbol ofensivo y sacar el balón desde atrás dejaba el terreno despejado a los blanquiazules para hacer daño en una incursión furtiva. Y así llegó el gol.

Soberbio desmarque de Lucas en la media y, sobre todo, estratosférico cambio de ritmo. Cuando su defensor aún arrancaba, él ya le había sacado las pegatinas y había conectado con Cani. Gol. 0-1. Toda la posesión y la voluntariedad grancanaria se había quedado en nada, el Dépor ganaba. Las protestas de la grada no tenían sentido. Ni el coruñés ni el aragonés estaba en posición antireglamentaria. El equipo coruñés era mejor y se ponía por delante. Nada que objetar.

El gol tambaleó a Las Palmas. Por poco tiempo. El Dépor tuvo algún escarceo para el 0-2, pronto los amarillos se reafirmaron en sus principios. Salida desde atrás y posesión para superar líneas en busca de espacios. A los herculinos tampoco les incomoda la situación. Se dispusieron a resguardarse y la verdad es que su rival poco peligro creó. De hecho, fue Álex el que se topó una vez con el palo y otra con una estirada de Varas. El intervalo llegó con una diferencia mínima.

El descanso soltó las amarras de ambos contendientes. El Dépor, para finiquitar cuanto antes, y Las Palmas, para igualar al instante y que no le consumiesen las dudas. Jonathan pudo marcar en un par de ocasiones y los canarios intentaban menear a su rival para encontrar alguna fisura en su entramado defensivo. El partido estaba más suelto. Entretenido, pero un peligro para los intereses coruñeses.

Víctor entendió que la partida de ajedrez en la que le gusta a Setién convertir los duelos requería un movimiento. Caía Jonathan, cobraba protagonismo Fayçal con su entrada. Quería controlar la media y el partido. Lucas sería el jugador avanzado, el encargado de hacer daño. Y, claro, que lo hizo. Cada vez que presionaba o tocaba el balón la defensa canaria y todo el Insular temblaban. La primera vez que se plantó ante Javi Varas, dudó, falló y en el rechace pensó más en su noveno gol que en el 0-2 que podía haber conseguido Fayçal, solo a su lado. Ese error le pesó en el resto del duelo.

No en su presión, pero sí en su ánimo y en su puntería. Tuvo otra. Tampoco pudo ser. La siguiente la generó Jonás y la pagó lesionándose. El coruñés aprovechó el rechace. Su balón cedido a Luisinho se topó con los guantes del meta cuando se cantaban el segundo. El Dépor estaba perdonando fuera de casa como hacía años que no lo hacía. El corazón blanquiazul se encogía ante la posibilidad de que alguna injusticia en forma de jugada aislada le castigase. Las Palmas seguía fiel a su estilo mientras se desgajaba. Poco aliento le quedaba.

Y cuando languidecía el duelo, un par de fogonazos le pusieron un colofón lleno de sobresaltos. Lux se volvió a hacer grande una semana más. En el derbi fue un penalti y hoy una doble parada, aunque el segundo remate lo acabó desviando Laure. Su milagro fue el preludio del gol que llegó en la enésima contra. Fayçal tuvo toda la generosidad que le faltó minutos antes a Lucas, que solo necesitó empujar el balón a la red. Noveno gol para él, 21 puntos para el Dépor. El paraíso es esta tranquilidad.