Cuando el Deportivo inició la segunda vuelta del campeonato contabilizaba 27 puntos y tenía más de media permanencia en el zurrón. Trece partidos después suma tan solo diez más tras ganar únicamente un partido y empatar siete. Las cifras le obligan a un último esfuerzo en este tramo final de la temporada, algo que parecía inverosímil hace cuatro meses. El equipo parecía escarmentado de las agonías más recientes, pero necesita todavía un marcador que no lo condene a otro desenlace de Liga taquicárdico. Los deberes, sin embargo, los ha dejado para un tramo del calendario exigente en el que deberá enfrentarse a cuatro de los primeros siete clasificados.

Así comparece esta tarde (16.00 horas) en el Sánchez Pizjuán para jugar ante uno de los rivales más fuertes en su estadio, desgastado por su reciente eliminatoria contra el Athletic en la Liga Europa pero presumiblemente con muchos cambios en el once. La motivación será la misma que el lunes pasado contra la Unión Deportiva Las Palmas, lograr un resultado que le permita sellar la permanencia.

Las dudas que dejó ese encuentro, sin embargo, condicionan una salida tan comprometida. El Deportivo volvió a insistir durante el partido frente a los canarios en los errores que los han abocado a un final apretado: nula contundencia ofensiva y facilidades en defensa.

Esos problemas martirizan a los blanquiazules, que ante Las Palmas acabaron castigados por sus carencias en las dos áreas. Les cuesta marcar y al mismo tiempo ya no muestran esa seguridad atrás que se convirtió en seña de identidad en el primer tercio de la competición. El regreso de Sidnei ante el Celta se saludó como el final de esa depresión, pero el equipo recayó el lunes en Riazor en el compromiso ante el conjunto canario.

A los de Víctor Sánchez les conviene recuperar esa solidez en este tramo final del campeonato, en el que a pesar del deseo de sellar la permanencia cuanto antes juegan a la vez con la ventaja del cómodo colchón de puntos que tienen sobre el descenso. Se impone no obstante espantar la inquietud de una afición que vislumbraba la posibilidad de una temporada sin sobresaltos, pero que parece abonada a su ración de angustia.

Puntuar en el Pizjuán encarrilaría la permanencia y aliviaría la presión para los compromisos que hay por delante, especialmente el del miércoles en Riazor ante el Barcelona y el del sábado en Ipurua frente al Eibar.