Lo más importante del resultado del partido es el punto conseguido, que proporciona prácticamente la permanencia. No obstante, de cara al partido frente al Getafe debemos olvidarnos de esta segunda vuelta y todos a una vaciarnos para conseguir otro punto, por lo menos, por si aparece una sorpresa desagradable a última hora como suele ocurrir de vez en cuando.

A lo largo de los 90 minutos hubo bastante igualdad en todo, a excepción de la primera media hora, en la que el Deportivo me pareció un equipo desorientado, apático, mental y físicamente herido, imprimiendo poca intensidad en sus acciones, con pérdidas constantes de balón, sin presionar colectivamente, como si nada se jugase, y sobre todo, sin dar sensación de equipo.

En el segundo tiempo, sobre todo al desinflarse el Eibar, el Dépor cambió, asegurando más sus acciones, teniendo más posesión y llegada, combinó mejor, con buenos cambios de orientación, y se hizo acreedor del empate merecidamente. El equipo sigue teniendo problemas al defender por alto los córners y faltas laterales. Sigue sin prodigarse en el disparo desde fuera del área (el gol vino así) y tiene que mejorar su eficacia en el tiro. A la estrategia sigue sin sacarle partido alguno. En una palabra, el punto fue lo único importante.

Hay algunos jugadores que están asfixiados. Creo que Lucas es uno de ellos (no se le dosificó lo debido) porque hubo acciones que si lo cogen fresco se hubiera plantado delante del portero en vez de recortar y dar. Lo dicho, vamos a olvidarnos de esta nefasta segunda vuelta y ahora sí darle a la afición una satisfacción ganando al Getafe, que bien se lo merece.