Es el Dépor de Pepe Mel, aunque perfectamente podría ser el de Gaizka Garitano el que ayer se estrelló en el Sánchez Pizjuán. Vuelve definitivamente a las andadas el equipo coruñés, empeñado en complicarse la permanencia hasta el final. Con total justicia perdió en Sevilla pese a los dos penaltis que le birló Jaime Latre. No sirve de excusa el maltrato arbitral. No valía antes, ni tampoco ahora. El Dépor camina sobre el alambre porque sigue cometiendo errores imperdonables. Inexplicable otro arranque tan frío, similar al del miércoles ante el Granada. Faltó intensidad, concentración, contundencia, orden, oficio, mala leche... Muchas cosas sin las cuales resulta imposible caminar con aplomo en Primera División. Demasiadas facilidades para el rival, una condena segura en el Pizjuán, por muy tocado que estuviera el Sevilla.

Defendiendo tan mal resulta imposible puntuar en un campo así, ni siquiera pese a la inspiración de Gaël Kakuta. Hasta ayer solo había salpicado sus actuaciones con algunos detalles de calidad. Volvía tras lesión a un campo especial para él, donde apenas le dejaron brillar durante su breve etapa sevillista. Una cuenta pendiente que saldó en la primera parte convirtiéndose en el mejor del Deportivo. En la segunda, desapareció. Al margen de sus dos tantos -golazo de falta directa incluido-, en los primeros 45 minutos dio sensación de peligro en cada una de sus intervenciones o por lo menos de que podía pasar algo cuando recibía el balón. Más discretos estuvieron los otros futbolistas ofensivos, Marlos Moreno, Emre Çolak y Joselu. El de Silleda reaparecía tras perderse por sanción la visita del Granada. Mel lo prefirió antes que al pichichi Andone, un lujo en el banquillo.

Venía el Dépor de completar un partido desastroso frente al Granada, sin duda el peor de la era Mel. En Primera no se puede sestear durante media hora y eso fue lo que hizo el equipo el miércoles. Otro comienzo tan flojo era un suicidio en el campo del Sevilla. Por eso el técnico madrileño exigió tensión e intensidad desde el minuto uno. Quería hechos, no solo buenas intenciones, pero sus jugadores volvieron a captar mal su mensaje o bien no quisieron o no supieron ponerlo en práctica. Porque difícilmente se pueden dar más facilidades al rival. Tres goles encajados en la primera parte, y los tres evitables, más consecuencia de errores propios que de virtudes del Sevilla. 53 segundos le bastaron a Jovetic para firmar el primero. N´Zonzi se encontró con un camino alfombrado para ganar la línea de fondo y conectar con el montenegrino, que supo anticiparse a Sidnei. Para entonces ya estaba lesionado Juanfran, que vio cómo el Dépor encajaba otro tanto antes de pedir el cambio.

Fue un partido loco desde el arranque, uno de esos encuentros que suelen desquiciar a los entrenadores. En ese pim pam pum sin freno suele llevar las de perder el más débil, en este caso al Dépor. No le va el intercambio de golpes ante un rival como el Sevilla, y mucho menos en el Pizjuán. Era el momento de ser más sólido que nunca, de resistir y no partirse, pero la fragilidad fue mayúscula. De nada sirvieron los dos tantos de Kakuta. Empató el congoleño en el minuto 4 al aprovechar un balón peleado por Joselu para deshacerse de su marcador y batir a Sergio Rico con un disparo cruzado.

El partido volvía al punto de partida, pero solo cinco minutos después Sarabia convirtió un mal despeje de Lux en el 2-1 ante la pasividad de la zaga coruñesa. Sin hacer nada del otro mundo, el Sevilla tenía el partido de cara y perfectamente controlado. No sufría atrás pese a los escarceos de Marlos Moreno, casi todos estériles. Kakuta era el único inspirado y lo volvió a demostrar en el 25 con su fantástico lanzamiento de tiro libre directo. Otro espejismo que duró poco, hasta que en el 32 una falta mal defendida la cabeceó Correa para volver a poner por delante a su equipo.

Hubo más chispazos en esa eléctrica primera mitad. Franco Vázquez y Jovetic perdonaron el cuarto poco antes de la mano del argentino dentro del área. Jaime Latre dejó seguir el juego y no señaló penalti. Tampoco en el 64, por un claro derribo de Mercado a Ola John. Esa segunda acción polémica fue la llegada más clara del Dépor en toda la segunda mitad. No mejoró con los cambios el equipo coruñés, sin convicción para soltarse en ataque ante un Sevilla que no las tuvo todas consigo hasta la sentencia de Ben Yedder en el 88.

El francés encontró el gol poco después de que una parada salvadora de Lux evitara su tanto en un mano a mano. No fue la única intervención decisiva del portero, que también estuvo muy atento para abortar una doble ocasión de Iborra. Ni rastro del Deportivo en campo contrario. Agotado el efímero efecto Mel, se acaba el margen. Ya son cuatro las jornadas sin ganar. Y el sábado llega el Málaga, que anoche también tumbó al Barça, la última víctima del equipo coruñés. Desde entonces, vuelta a las andadas hasta asomarse de nuevo al precipicio.