Partido complicado el que se le presentaba al Deportivo ante el Leganés. A la necesidad que imponía el calendario inmediato, se añadía el resultado del encuentro disputado el pasado viernes entre el Alavés y Las Palmas.

Podría esperarse un Deportivo apretado por esa situación, nervioso, precipitado, con las consecuencias de las que estos estados suelen venir acompañados. Errores y futbolistas intentando resolver cada uno por su cuenta.

Nada más lejos. La primera mitad discurrió con dominio total y absoluto del Deportivo, con cierta lentitud tanto en la elaboración como en las finalizaciones, pero siendo dominador del partido. Ni defensivamente se vio obligado a mucho el conjunto blanquiazul.

Sin embargo no era capaz de plasmar en el marcador esa superioridad, hasta que en una acción un tanto extraña por la combinación de errores en el conjunto visitante, hizo posible que Adrián enviara a la red el balón que supuso el gol que a la postre sería definitivo. Por cierto, una acción técnica ejecutada con la frialdad y calidad que pocos suelen mostrar, sobre todo dentro del área.

En la reanudación, el Leganés parecía querer escribir un capitulo diferente, un vago intento que quedó ahogado en el buen trabajo defensivo del Deportivo, que pronto volvió al guion que había establecido en la primera mitad.

Mientras Garitano movía fichas buscando soluciones sobre todo ofensivas, el Dépor se mantenía en su idea. Y así continuó siendo dueño del juego, incorporando en esta fase del partido un punto más de intensidad, con más finalización y méritos para haber ampliado un marcador que permanecía inmóvil injustamente. En definitiva, un partido en el que se controlaron esos estados que tanto suelen perjudicar, resuelto con cierta solvencia en el juego y con un marcador final que se antoja corto, pero que debe servir para afianzarse en la idea de lo que el equipo intenta adquirir.