El Dépor no puede. Un día son los árbitros, otro los despistes o su fragilidad en ambas áreas, el siguiente un rebote o su falta de competitividad ante rivales de superior entidad. Por unas razones u otras, al equipo coruñés le es imposible escapar de ese agujero negro en el que lleva meses cayendo. Hoy, ante el Levante en el duelo clave por la salvación, se sobrepuso a una justa expulsión de Borges e incluso aumentó su ventaja para hacer un destacable ejercicio de resistencia que había llevado al Levante a chocarse una y otra vez con su muro... Pero nada. Dos jugadas aisladas de Ivi, cuando agonizaba el encuentro, le vuelven a condenar, le alejan de la permanencia y le frustran aún más en una carrera larga en la que hay que estar muy fresco de cabeza.

Cristóbal tenía claro que el cambio en el Dépor tenía que llegar desde dentro y por eso dejó a los fichajes en el banquillo. Higiene de vestuario. Mensaje claro. Muñiz seguía con su bloque de los últimos partidos, pero le añadía un poco más de condimento a su receta con la entrada de Ivi, el protagonista en el duelo de la primera vuelta. Cartas sobre la mesa, el césped decidiría. Y ahí el equipo granota comenzó mejor. Al Dépor todo le pesaba todo: la pelota, la intensidad rival... Estaba en casa y se encontraba incómodo. No sabía qué hacer con el balón. Ni un cuarto de hora y ya asomaban los primeros pitos por posesiones insultanciales. Borges y Luisinho ya se habían llevado una amarilla. Flotaba la tragedia.

Y ahí llegó el primer rescate del Levante. Casi el primer acercamiento coruñés y la falta lateral de Lucas fue un regalo para Adrián, que, solo en el área pequeña, no falló. 1-0. Efectivo. Mínimo esfuerzo, máximo rendimiento. Un balón de oxígeno en el césped y en la grada. El equipo coruñés, sin mejorar, estiraba por fin el músculo; el Levante no se rendía, insistía.

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Al Dépor se le escapan dos puntos ante el Levante

Y cuando el Dépor empezaba a respirar, a ver el futuro de otra manera, regresó la desgracia. El nivel de amonestaciones que estaba sacando el colegiado asturiano no presagiaba nada bueno y acabó pagando el equipo blanquiazul, pagando Borges en una falta de riesgo que no debía haber hecho. Ya se había lesionado Sidnei (Bóveda le sustituyó) y ahora se marchaba a la caseta el tico. Entraba Valverde por un Lucas al que no le sentó nada bien la sustitución. Nadie es intocable, ese es el mensaje. Tocaba remar una hora y con un único cambio en la recámara. Mal panorama.

El segundo rescate llegó cuando el Dépor ya estaba en modo resistía. Una buena combinación al borde del descanso acabó con un soberbio pase de Carles Gil y mejor desmarque y definición de Andone. 2-0. Quedaba un mundo, pero el choque ya se veía de otra manera.

Muñiz no engañó a nadie tras pasar por la caseta. Sacó toda la artillería. Dos cambios en el intervalo y otro en los siguientes minutos. Removió el equipo, le dio el carril a los interiores, dejó la defensa bajo mínimos y puso a tres atacantes en el campo. La idea era valiente. Protagonista con la pelota, las ocasiones claras no terminaban de llegar. A pesar de jugar con diez y de no poder ir oxigenándose con alguna que otra sustitución, el Dépor iba resistiendo. Más ordenado que nunca esta temporada, surcó el ecuador del segundo acto con las mínimas noticias preocupantes de su rival. Andone se multiplicaba, estaba soberbio. Riazor, aún desconfiado, empezaba a esperanzarse con que llegasen buenas noticias.

Pronto la realidad volvió a golpear a su equipo. Una indecisión de una zaga blanquiazul ya rendida por el esfuerzo sirvió para que llegase el balón a Ivi, verdugo en la ida. Se sacó un disparo sin aparente peligro que parecía destinado a acabar en las manos de Rubén, pero que Schär desvió a la red. Pam. 1-2 y diez minutos de sufrimiento. No hubo que esperar tanto. Un balón suelto en la frontal fue utilizado por el mismo protagonista ofensivo para sacarse un disparo imparable. Pam. 2-2. El golpe fue duro, Riazor temió incluso por el empate. El Levante la tuvo, el Dépor casi lo consigue con un cabezazo de Adrián. Nada se movía en el césped, pero sí en la grada. Los pitos afloraban. No por hoy, es un acumulado. Cada día que pasa esta situación parece menos reversible. A rezar.