Los síntomas negativos del Deportivo se agravan conforme pasan las semanas. De Vitoria regresó con un diagnóstico menos esperanzador después de cosechar una nueva derrota que lo mantiene en puestos de descenso y alimenta la desconfianza alrededor de las posibilidades de salvación de un equipo que volvió a dejar una imagen pobre. Lo hizo sobre el campo a través de una propuesta limitada y también desde el banquillo. Le faltó cintura a Seedorf para variar el planteamiento inicial y buscar soluciones a la ausencia de ideas de unos jugadores perdidos en su planteamiento. Naufragó el holandés y lo hicieron también sus futbolistas, a los que el ánimo derrotista les ha calado por completo después de una racha terrible de más de dos meses sin conseguir una victoria.

Sin fútbol y sin espíritu. Seedorf buscó en Mendizorroza darle continuidad a la propuesta que había empleado contra el Betis: seguridad defensiva, pocos riesgos y velocidad arriba. Al plan del holandés, sin embargo, volvió a faltarle lo mismo que contra los andaluces para dotar de solidez al equipo y al mismo tiempo aportarle brío para desplegar a los cuatro jugadores ofensivos (Bakkali, Adrián, Lucas y Andone). El centro del campo se convirtió una vez más en un cortocircuito, esta vez con Guilherme en lugar del lesionado Valverde. Ni el brasileño ni Krohn-Dehli, que vio pasar todas las acciones dos segundos tarde, fueron capaces de proporcionar el equilibrio necesario. Esas carencias se evidenciaron en la segunda mitad, cuando el Alavés se adueñó del encuentro hasta desdibujar una vez más a los deportivistas. A la ausencia de argumentos futbolísticos se sumó la desesperación de unos jugadores superados por la situación que atraviesan actualmente.

Seedorf y su discurso. Son demasiados golpes los que acumula el equipo desde el arranque del campeonato, demasiadas decepciones que conforme pasan las jornadas aumentan la ansiedad en la plantilla. Los males actuales del Deportivo tienen mucho que ver con lo anímico, pero Seedorf lo ha centrado prácticamente todo en ese aspecto. Después de caer en Mendizorroza insistió en la debilidad emocional de sus jugadores, obviando las graves carencias que se arrastran desde que arrancó la temporada. El holandés insiste en ello y pasa por alto que el equipo se marchó de Vitoria sin sumar ni una sola oportunidad en la segunda parte del encuentro.

Dudas en ataque, nervios en defensa. Seedorf, por más que persevere en el aspecto anímico, tendrá que buscar soluciones a las lagunas que evidencia el rudimentario juego que plantea para el equipo. Ante el Espanyol tendrá una nueva prueba. Su fórmula conservadora no ha solucionado la debilidad defensiva blanquiazul y ha empeorado el funcionamiento de los de arriba. Andone y Lucas apenas participan y el equipo no encuentra caminos para inquietar la portería de los rivales.