Poco queda de la ilusión desbordada que inundó la ciudad tras el fichaje de Lucas por el Dépor el pasado 31 de agosto. Lleva casi una vuelva sin marcar y no ha podido evitar que el equipo blanquiazul vaya camino de Segunda. Hasta tuvo escuchar algunos silbidos de Riazor ante Las Palmas. Le duelen, los entiende. "Cuando la gente me pita a mí o a otro compañero es lógico que me duela, pero lo hacen porque están molestos y es la manera que tienen de expresarlo. Y los jugadores sentimos que es normal. Ellos quieren que demos lo máximo de nosotros y que gane el equipo", argumentó el coruñés a la TVG en el acto al que asistió en Noia con motivo del 25 aniversario de la Peña Berberecho.

Hay descontento en la grada y también se puede encontrar en su próxima persona al hacer balance de su tercera etapa en Riazor. Hace autocrítica. "El primer decepcionado con cómo me está saliendo las cosas soy yo. Es así. Soy una persona, no un robot", apunta, aunque siempre recalcando que no se arrepiente de haber regresado a A Coruña. "Yo estoy muy contento de haber venido. Ahora mismo, en la situación en la que estamos, lógicamente nadie está feliz con lo que vivimos ni con cómo está yendo las cosas, pero al Dépor siempre estaré encantado de venir. Da igual la situación en la que estemos, arriba o abajo. Es un placer vestir esta camiseta cada fin de semana".

El equipo coruñés está a tres partidos de la salvación con nueve en juego y con el Atlético como próximo rival. A pesar de todo, no se rinde: "Que no nos estén saliendo las cosas no significa que la gente no esté comprometida, que no sufra. Lo vamos a intentar hasta el final; de peores situaciones se ha salido".