La silueta de Riazor forma parte de la existencia de Blas Alonso (A Coruña, 1997). Ha vivido y vive junto al estadio, se crió en las calles colindantes, luego pasó a la grada como aficionado y ahora, ya como fabrilista, pide paso para bajar al césped y adueñarse del 2 blanquiazul. Con contrato hasta 2019 y mientras llega a esa cima, peleará mañana ante el Extremadura por seguir adelante en la lucha por el ascenso honorífico del filial.

- ¿Dónde jugaba cuando era pequeño?

-En la calle. Por Náutica, en una placita que tengo delante de casa que está enfrente de Riazor, en las pistas de Labañou. Por los alrededores del estadio teníamos nuestras canchas montadas. Como vivía tan cerca, no me perdía ningún partido. Al jugar en el Dépor y ser socio, he ido siempre y cada vez te vas haciendo más y más del equipo. Ya iba con mi padre con nueve años y desde los once, cuando entré en el club en alevines, con los compañeros de equipo.

- Con esas circunstancias, jugar en el primer equipo será un sueño recurrente, ¿no?

-Yo y los amigos que tengo en el barrio siempre jugábamos en la calle y todos queríamos llegar al Dépor. Y yo tengo esa suerte. Ellos ahora también están encantados y me dicen que están cumpliendo su sueño al verme ahí, cerca del primer equipo, y que ojalá pueda dar ese paso. Siempre me dicen que defienda el escudo como de pequeño quería yo que lo defendiesen los que estaban entonces. Y de eso, no hay ninguna duda.

- Empezó a ir a Riazor en torno a 2006, no pudo disfrutar entonces de la época dorada...

-No, no pude, pero como dice la canción que cantan siempre en Riazor, 'ser de los que ganan es muy fácil, ser del Deportivo nos parece mejor'. Si todo fuesen alegrías sería superfácil ser de este equipo y en estos momentos tan duros es cuando se demuestra quién ama de verdad al Dépor, quién está por encima de un descenso.

- ¿Qué pasó en Extremadura?

-Empezamos bien, pero nos encontramos con dos pequeños errores que nos costaron goles y es difícil de asimilar, pero al final el equipo lo supo sacarlo; hizo una demostración de madurez y logramos un buen resultado para la vuelta.

- Ayudó la expulsión, ¿no?

-Jugar 60 minutos contra diez es importante, pero el equipo tuvo paciencia para tener las ocasiones y no volverse loco.

- ¿Se sienten fuertes en casa?

-Claro. Abegondo se nos da bien, es un gran campo para nosotros. La gente va estar de nuestro lado, apoyándonos un montón; eso se agradece. Esperamos darles una alegría. Estamos encantados con la actitud del público todo el año.

- Sube y baja la banda. ¿Qué ha ganado en los últimos años?

-Tener mucho recorrido forma parte de mi juego. Alguna de mis cualidades son la potencia y la velocidad. Desde que cogió el equipo Cristóbal mejoré mucho en defensa. Con Munúa también hemos dado importancia a eso. También he ido a más en ataque, en los centros.

- Y de Manuel Pablo...

-También. He aprendido con Cristóbal y Manuel Pablo. ¡Qué más puedo pedir! Son dos laterales que han jugado al máximo nivel y es superimportante coger sus consejos. Hace años a lo mejor subía 30 o 40 veces por partido y llegaba cansado a línea de fondo y decidía mal. Cristóbal me enseñó a subir las veces necesarias, a hacer daño y a estar bien atrás. Le debo mucho.

- ¿Cree que el descenso le acerca al primer equipo?

-Lo importante era que siguiese el Dépor en Primera. Segunda está más cerca de Segunda B y podemos tener más oportunidades, pero hubiera preferido que se quedase arriba y tener que ganármelo en el campo, como he hecho siempre.