Los emigrantes gallegos que, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, partieron rumbo a las Américas, fueron agentes fundamentales dentro de la modernización y el progreso de la Galicia de la época, a los que contribuyeron no sólo con su dinero, sino también con iniciativas culturales y educativas.

Millones de gallegos, llamados coloquialmente indianos, hicieron fortuna durante su estancia en las Indias, dinero que invirtieron después en dotar a sus lugares de origen de edificios y escuelas de una arquitectura singular, un rico patrimonio inmobiliario y cultural que aún perdura hoy en día.

Es el caso de los hermanos Juan y Jesús García-Naveira, a los que Betanzos les debe grandes obras como la del parque llamado Pasatiempo. Hijos de labradores, en la década de 1870 emigraron a Argentina, país donde fundaron varios negocios que les permitieron regresar con una gran fortuna a su Betanzos natal, donde se quedarían hasta su muerte.

A su vuelta, los hermanos fundaron un patronato benéfico con el que dar ayuda a los más necesitados, principalmente a través de la construcción de un asilo y una escuela.

Inauguradas en septiembre de 1914, las Escuelas García Hermanos constaban de 4 clases, para alumnos de párvulos y de educación elemental, la mayoría huérfanos, o hijos de padres en paro o que no ganaban lo suficiente, y que se beneficiaron de educación, material e incluso comida gratuita, gracias a un concierto del centro con la Cocina Económica.

Alumnos como Darío Amor, de 64 años y que ingresó en la escuela a finales de la década de los 40, le deben su educación a estos dos hermanos, que emplearon su fortuna en combatir el paro y en ayudar a los más desfavorecidos, y que dotaron a Betanzos de un rico patrimonio arquitectónico, compuesto de residencias, sanatorios, lavadero público e incluso un parque de diversiones.

Todas estas obras sirvieron para acercar a los habitantes de su villa natal el mundo moderno y cosmopolita que habían conocido en su estancia en las Américas, y que plasmaron en edificios de una arquitectura singular.

Galicia todavía recuerda a estos emigrantes que tanto hicieron por su cultura y su progreso, y las más de 300 escuelas que construyeron en las cuatro provincias gallegas dan testimonio de ello.

Parte de este legado arquitectónico, como el Colegio Santa María de As Pontes, continúa ejerciendo la labor para la que fue

creado en su día, en una época en la que la enseñanza no estaba al alcance de todos.

Hoy, 156 alumnos ponteses acuden al antiguo edificio indiano que, a pesar de las remodelaciones, conserva el encanto que sus fundadores le otorgaron, y que está presente en cada una de las fotografías que recuerdan su historia en las paredes de la escuela.