La madera ecológica llega a Galicia. El organismo internacional que certifica la "sostenibilidad" de los montes, el FSC (siglas en inglés de Consejo de Administración Forestal), abrirá durante las próximas semanas una sede en Galicia. Será la primera delegación que abra FSC-España, una institución que tiene su base en Madrid y que se encarga de certificar con su sello los montes y plantaciones respetuosos con el medio ambiente, según unos criterios técnicos, sociales y económicos establecidos por las principales organizaciones ecologistas de todo el mundo.

La razón por la que FSC ha elegido Galicia para iniciar su expansión es el "enorme potencial forestal" de la comunidad. El objetivo de este organismo es animar a los dueños de montes gallegos, sean empresas, cooperativas o incluso pequeños propietarios, a certificar sus parcelas con el sello y darle así un valor añadido al monte. Y es que la madera certificada como FSC, y en consecuencia, todos sus derivados (pasta, papel, muebles, embalajes...) puede llegar a venderse hasta un 20% más cara que la que no tiene sello de calidad.

Durante la pasada legislatura, los responsables de FSC-España contactaron con el Gobierno bipartito de la Xunta para tratar de impulsar la certificación "sostenible" de los montes gallegos. Los contactos se enfriaron tras la llegada del PP de Núñez Feijóo a San Caetano, y ahora están pendientes de retomar las negociaciones para colaborar en las certificaciones. Según la directora ejecutiva de FSC-España, Elisa Pardo, "el forestal es un sector estratégico para salir de la crisis y para el desarrollo de Galicia, dada su importante capacidad para generar empleo".

Para conseguir un certificado FSC, los particulares o empresas propietarias de los montes deben solicitar al organismo internacional una auditoría, que puede costar miles de euros en función del tamaño de la parcela. La auditoría la realiza una consultora independiente, como Bureau Veritas o SGS, cuyos técnicos visitan las plantaciones, se reúnen con sus responsables y con las organizaciones sociales interesadas en presentar alegaciones, como ONG o agrupaciones ecologistas, para estudiar si la parcela cumple o no con las exigencias del sello FSC. En teoría, los montes certificados como FSC deben tener varios usos (no sólo madera, por ejemplo, sino también castañas, setas o pastos), respetar la biodiversidad (en cada plantación debe haber al menos dos especies diferentes), contar con un plan de gestión forestal y evitar la erosión y el desgaste del terreno (los agujeros en favor de la pendiente están prohibidos), entre otros requisitos. Una vez conseguido el sello, los auditores repiten el proceso cada año, tanto en la plantación como en las imprentas, papelerías, mueblerías o aserraderos que venden o distribuyen los productos fabricados en uno de estos montes.

En España hay unas 120.000 hectáreas de monte certificado como FSC, aunque la mayoría son plantaciones públicas y casi ninguna está destinada a la producción de madera comercial, sino a reservas forestales y parques naturales. Norfor -filial de la papelera Ence- tuvo durante cuatro años, entre 2004 y 2008, la certificación FSC en las 9.000 hectáreas de monte, la mayoría eucaliptales, que posee en Galicia; pero perdió el sello cuando, tras las denuncias de agrupaciones ecologistas gallegas, se descubrió que estaba incumpliendo algunos requisitos del certificado, como la obligación de tener varias especies diferentes en cada parcela.

El FSC nace en los años 90 de la unión de grandes grupos ecologistas y ONG como Greenpeace y WWF Adena para frenar la tala masiva e incontrolada de las selvas amazónicas y tropicales -de hecho, uno de los requisitos que deben cumplir los montes con este certificado es el respeto a los pueblos indígenas, una problemática intranscendente en las plantaciones europeas-. Frente al llamado "sello de los ecologistas", los propietarios forestales europeos, especialmente los de los países nórdicos como Suecia o Noruega, pusieron en marcha otro certificado de calidad y sostenibilidad mucho más extendido que el FSC: el PEFC (Sistema Paneuropeo de Certificación Forestal). Según la Asociación Forestal de Galicia, este certificado es mucho más riguroso y adaptado a las peculiaridades de la industria y la producción maderera en Europa, aunque su objetivo es el mismo que el FSC: asegurar que la madera y todos los productos derivados que se venden bajo esa marca fueron producidos en un bosque gestionado de forma sostenible.

El sello PEFC, más extendido

Cada vez son más los montes y la madera gallega certificada con PEFC, un sello que también está homologado en todo el mundo. Desde la Asociación Forestal de Galicia se han marcado el objetivo de que en los próximos cinco años todos sus socios tengan ese sello, aunque para eso reclaman ayuda a la Xunta, que no tienen ninguna línea de subvenciones para fomentar la certificación de los montes.

Y es que, aunque a la larga puede compensar conseguir un sello de calidad como FSC o PEFC, el proceso es costoso: además de las cuotas de socio en el organismo correspondiente (de entre 200 y 300 anuales), hay que pagar el plan de gestión que ambos sellos exigen a los montes y que ronda los 3.000 euros para una finca de 200 hectáreas, y por último la auditoría, que no baja de los 1.000 euros anuales.

Aunque el FSC nació precisamente como una iniciativa de grupos ecologistas, ONG y otras organizaciones sociales, en los últimos años algunas de estas agrupaciones se han vuelto en contra de este organismo internacional sin ánimo de lucro. El motivo de esta corriente crítica (agrupada en la web www.fsc-watch.org) es, en parte, la facilidad con la que las grandes industrias papeleras consiguen el sello y las irregularidades que se han destapado en las concesiones.

Una de estas irregularidades ocurrió precisamente en Galicia. La empresa papelera Ence fue de las primeras en solicitar el certificado FSC en España, a través de sus filiales madereras Norfor (propietaria de 9.000 hectáreas de eucaliptales en Galicia, y de otras 3.000 en Asturias y Cantabria) y Silvasur, que gestiona las plantaciones de la papelera en el sur de España. En 2004, tras una auditoría realizada por la consultora SGS, estas dos firmas recibieron el sello, y Ence comenzó a vender la pasta de papel que produce en sus plantas de Pontevedra y Asturias bajo la certificación FSC. Esta marca permitía a Ence exportar su producto un 20% más caro, sobre todo en los países como Alemania o Francia, donde la demanda de papel ecológico es grande y asentada.

Sin embargo, tras la denuncia de ecologistas gallegos, Ence perdió el sello al comprobarse que no cumplía varios requisitos del mismo, como tener tres especies diferentes en cada parcela, ser transparente sobre sus parcelas -Norfor se negaba a publicar las coordenadas exactas de sus terrenos- o no plantar los eucaliptos a favor de la pendiente, una práctica que erosiona gravemente la tierra. Y no sólo eso, sino que tras esta denuncia, SGS se quedó temporalmente apartada de las auditorías y la Federación Ecoloxista Galega retiró su apoyo a la iniciativa FSC. Ahora, Norfor ha vuelto a solicitar el certificado (aunque sólo para 2.600 hectáreas en Galicia, las que sabe que podrían cumplir los requisitos de la diversidad de especies), y la FEG sospecha que se ha "confabulado" con la consultora que realiza la auditoría, Bureau Veritas -y que tendrá concluido el estudio esta primavera- para hacerse de nuevo con el sello "sin merecerlo".