El presidente del Principado de Asturias, Vicente Álvarez Areces, hizo ayer un llamamiento al "compromiso ético e irrenunciable con las víctimas de la represión del franquismo" en el transcurso del homenaje que el Ayuntamiento de Cedeira y las asociaciones para la recuperación de la memoria histórica celebraron en la localidad coruñesa en recuerdo de los represaliados en el campo de concentración de A Revolta que existió en el municipio durante los años de la Guerra Civil.

Areces participó en el descubrimiento de una placa conmemorativa colocada en un monolito en el lugar donde se ubicó el campo de concentración, hoy transformado en un parque público, en un acto al que asistieron, además del alcalde de Cedeira, José Luis Vergara; el presidente de la Diputación de A Coruña, Salvador Fernández Moreda y la viceconsejera de Presidencia de Asturias, Teresa Ordiz, cuyo padre estuvo preso en un campo similar que existió en la localidad coruñesa de Muros.

Cerca de un centenar de familiares y de presos desplazados desde Asturias asistieron al programa de actos junto a otros procedentes de diversas localidades gallegas y del resto de España.

El campo de concentración de Cedeira llegó a contar con unos 700 presos entre los años 1937 y 38, de los cuales, unos 250 procedían de Asturias, una de las zonas del país que sufrieron más intensamente la represión franquista. Octavio Cabezas, hijo del escritor y periodista asturiano Juan Antonio Cabezas, que estuvo recluido en el penal cedeirés, mostró un especial agradecimiento a las gentes de la localidad que acogieron con enorme solidaridad a los presos llegados desde Asturias facilitándoles incluso comida para paliar el deplorable estado físico en que arribaron por mar al puerto del pueblo marinero situado en las Rías Altas.

Cabezas destacó que el movimiento en defensa de la memoria histórica "pretende cerrar las heridas todavía abiertas entre los españoles" y reprochó a la derecha política española que establece una equidistancia entre las víctimas de ambos bandos del conflicto "asumiendo erróneamente que las heridas están cerradas". "Tenemos que terminar con los temores que todavía despiertan las fosas comunes y eso debe hacerse recuperando la memoria de nuestros muertos".

El presidente del Principado de Asturias, Vicente Álvarez Areces, aunó en su intervención celebrada en el transcurso de un acto al que no asistió ningún representante de la Xunta, su condición de "luchador por las libertades desde hace muchos años" con los recuerdos que mantiene del tiempo en que residió en la comarca, entre los años 1966 y 72, concretamente en la localidad de Pontedeume: "Los demócratas en este país reconocemos lo que fue el sufrimiento, la dignidad y el honor de muchas personas y venimos a rescatarlos del olvido", dijo. "Con todos estos presos represaliados tenemos un compromiso ético e irrenunciable de honrar su memoria porque estos hechos deben de ser recordardos para no repetirlos. Y existe el deber democrático de reconocer a esas personas". Areces continuó recordando también la represión que él mismo vivió en la comarca ferrolana durante los últimos años del franquismo: "Las sociedades democráticas se construyen sobre muchos sacrificios personales que quedan en la memoria histórica que no consiste en vivir con rencor pero esas heridas se cierran cuando se honra a esas personas que murieron o estuvieron privadas de la libertad durante esos cuarenta años de represión. Defender políticas de reconciliación nacional no significa reabrir heridas sino cerrarlas y cerrarlas bien". Y finalizó el presidente asturiano agradeciendo " a aquellas mujeres de Cedeira enlutadas que tuvieron la sensibilidad de acoger a los presos asturianos y le ofrecieron lo poco que tenían, un gesto que ha quedado recogido en la placa que hemos descubierto y que durará los millones de años del monolito sobre el que ha sido colocada".

El alcalde de Cedeira, José Luis Vergara destacó los esfuerzos que realizan las asociaciones por la memoria histórica "por devolver el certificado de inocencia a los que sufrieron la sinrazón del odio y la ignorancia" al tiempo que tuvo unas palabras de recuerdo para "el gran dirigente social y sindical que ayer nos abandonó", Marcelino Camacho. "A pesar de todo, espero que este día sea para todos un día feliz".

Intervino también en el acto institucional celebrado en el Auditorio Municipal de Cedeira ya que el mal tiempo impidió desarrollarlo en el lugar donde estuvo ubicado el campo de concentración, Guillermo Fernández Pita, presidente de la Asociación de la Memoria Histórica Democrática quien recalcó que "este homenaje no es el final porque nuestra asociación no cejará en el empeño de recoger los nombres de todos los represaliados" y recordó que se continúa en la búsqueda de la fosa común donde deben estar los restos de la veintena de cedeirés que fueron fusilados en los primeros meses de la Guerra y que se espera encontrar en la cercana playa de Vilarrube. Por su parte, Manuel Rodríguez Carballeira, de la Asociación Fuco Buxán recordó que "la restauración democrática en España no fue producto del azar ya que un factor determinante fueron esos hombres y mujeres que, en unas condiciones terribles, le plantaron cara al régimen frente a la represión. La recuperación de la memoria topa con obstáculos desde la derecha que sigue con un discurso cínico de equiparar a las víctimas con los victimarios liberticidas". Rodríguez Carballeira insistió en que la recuperación de la memoria histórica "debe tener un papel pedagógico, de prevención y de defensa de las libertades democráticas".

El campo de concentración de Cedeira se creó en 1972 ubicado en una antigua fábrica conservera cercana a la playa de la localidad. Fue abierto tras la caída de Asturias en 1937 con unos 368 presos que llegaron a ser más de 700 al año siguiente. Su "pésimo estado" según reconocieron los propios represores obligó a su cierre en junio de 1938. El gran estudioso de este periodo histórico en la comarca es el historiador cedeirés José Manuel Suárez quien ha aportado los principales datos existentes sobre la represión franquista. Entre los presos, casi las tres cuartas partes procedían de Asturias, pero también se registraron procedentes del resto de Galicia e incluso de nacionalidad extranjera, seguramente miembros de las Brigadas Internacionales.